Nido de cóndores

Columnistas, Opinión

En nuestra caminata a La Plaza Roja, en las faldas del Chimborazo, hace decenas de años atrás, observamos Nido de Cóndores, es una depresión semicircular que el peso de la nieve y la acción expansiva del agua al congelarse, se encargaron de formarlo; ahi se encontraba, el primer refugio de alta montaña, a 4.800 metros de sobre el nivel del mar.

Desde Nido de Cóndores se comenzaba ascender, por el flanco noreste, hasta Murallas Rojas, elevadas paredes rojizas que aparecen a 5.800 metros de altitud, entre los glaciares Reiss y Lehearn, desde donde se demoraba 6 horas para llegar hasta la cumbre Veintimilla.

Los glaciares que se forman en las nieves perpetuas, son masas de hielo en movimiento; la nieve que cae cada año en exceso de la que se funde, se convierte primero en neviza o hielo granulado y finalmente en hielo compacto.

El circo, depresión semicircular, es el lugar de origen de los glaciares de valle, llamados también de montaña, pues cuando el hielo depositado es excesivo, comienza a formar una lengua que desciende lentamente por su propio peso, en el que comienza a ensancharse; días anteriores a nuestra visita las lenguas de los glaciares, habían bajado hasta Nido de Cóndores.

La neblina, que se produce cuando la condensación del vapor del agua se realiza a muy poca altura, es una nube muy próxima a la superficie de la tierra y cuando nos encontrábamos en el lugar, cubría todas las nieves perpetuas del Chimborazo. La presión atmosférica, que es la fuerza ejercida por el peso de la atmósfera, era menor a la que habitualmente estamos acostumbrados, por eso nuestro corazón trabajaba aceleradamente, para contrarrestar la nueva presión, mediante la sangre que bombeaba ligeramente superior a la que presión reinante; estas fuero las características del estado del tiempo, del día que nos encontrábamos en Nido de Cóndores.

Don Nicolás Martínez, escribió, cuando junto al indio Miguel Tul, conquistó la cumbre del Chimborazo en 1.911; «Me figuro que no somos otra cosa que dos miserables hormigas, sobre el pecho blanco de una mujer gigantesca cuyos senos erguidos y duros, son las dos gemelas de redondeces perfectas y voluptosas que se hallan separadas por un valle cuyas grietas de tonos azulinos y verduosos, semejan las venas del cuerpo de una virgen». (O)

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