Miles caminan con María por la unidad

La Diócesis de Ambato celebró su tradicional Peregrinación 2025, un evento que congregó a miles de fieles para honrar a Nuestra Señora de la Elevación, Patrona de la Diócesis, y conmemorar los 330 años de su aparición. La jornada, marcada por la fe y la devoción, partió a las 07:00 horas de la mañana del sábado 8 de noviembre desde la Catedral de Ambato.
Al iniciar el recorrido, Monseñor Giovanny Pazmiño, cabeza de la Iglesia en Ambato, destacó la importancia de estas palabras evangélicas y solicitó el apoyo de los medios para difundir esta experiencia espiritual.
La ruta trazada llevó a la multitud de peregrinos desde el corazón de la capital provincial hasta la Basílica Menor Nuestra Señora de la Elevación, en la parroquia de Santa Rosa. Esta parroquia, ubicada a ocho kilómetros de Ambato en la vía a Guaranda, se sitúa a 3.016 metros sobre el nivel del mar y es conocida por su tradición agropecuaria y de curtiembre.
La profunda veneración a la Virgen de la Elevación en Tungurahua se remonta a finales del siglo XVII, un periodo de grandes dificultades para la Real Audiencia de Quito, asolada por sequías, la maligna peste de viruelas y los devastadores terremotos de 1692 y 1698. En medio de esta calamidad, en 1695, se produjo la aparición que cambiaría el curso de la fe local. Según la reseña histórica, la aparición ocurrió la madrugada del 13 de noviembre de 1695, cuando el indígena Juan Chacarín, agotado por un viaje y descansando en Chiquicahua de Pilahuín, fue despertado por la Virgen. La noble señora, vestida con túnica y manto bordado de estrellas, le transmitió un mensaje de misericordia y perdón.
María, presentándose como “Virgen sin mancha” y “guardiana de estos pueblos”, le aseguró al indio que había intercedido ante el Señor para que cesaran los castigos, como la peste, el hambre y los temblores, con la condición de que la población hiciera penitencia. También manifestó su voluntad de que se pintara una imagen para representarla y que se levantara un templo en su honor.
Inicialmente, el párroco de Santa Rosa, Fray Francisco Araujo, no dio importancia al relato de Chacarín. Sin embargo, tres años después, el 20 de junio de 1698, se concretó la advertencia del “flagelo del terremoto” con la destrucción de casas y templos. Tras el suceso, y con la ayuda de don Sebastián de Soria, se pintó la imagen siguiendo el minucioso relato del indígena. Este evento cimentó el cariño y la devoción.
La culminación de la peregrinación anual con una misa campal en Santa Rosa reafirma este pacto de fe con la “Virgen Guardiana”. (I)
