La campaña por el referéndum

Se acerca más el día en que los ecuatorianos decidirán en las urnas sobre de cuatro temas propuestos por el Presidente de la República: la instalación de bases militares extranjeras en el Ecuador, el financiamiento de campañas políticas con fondos públicos, la reducción de asambleístas y la instalación de una Asamblea Constituyente.
El Gobierno Nacional ha estado, de manera organizada, recorriendo las calles, proponiendo bonos e inaugurando obra pública con la finalidad de apalancarse en ese creciente apoyo popular para poder transferir esa votación al referéndum.
Por otro lado, la oposición, sin haber obtenido resultados favorables durante el paro, ha optado por desinformar sobre la cuestión de las bases militares, conjeturando que servirán para depredar la fauna de Galápagos, a lo que el presidente hábilmente aclaró que no habrá una base militar en Galápagos. Fuera de aquello, no han podido consolidar una opinión fuerte, sólida y argumentada sobre el NO.
Esta debilidad opositora se extiende a los demás puntos. Sobre el financiamiento público de campañas, argumentan que fomentará la corrupción, pero ignoran que el modelo actual, dependiente de donantes privados, ya genera desigualdades y posibles influencias indebidas. El SÍ podría nivelar el terreno, permitiendo que partidos emergentes compitan sin ataduras económicas. En cuanto a la reducción de asambleístas, la oposición clama por una «pérdida de representatividad», pero la realidad es que un Legislativo más ágil podría agilizar decisiones en un país urgido por reformas en seguridad y economía. Menos burocracia no significa menos democracia, sino más eficiencia.
El tema más controvertido es la Asamblea Constituyente. Aquí, el Gobierno propone una renovación constitucional enfocada en seguridad, inversión y lucha contra el crimen organizado, respondiendo a la crisis que ha azotado al Ecuador en los últimos años. Noboa apuesta por un marco legal que fortalezca el Estado frente al narcotráfico y la inestabilidad. La oposición, liderada por grupos como Unidad Popular, advierte de un «golpe constitucional» que concentraría poder en el Ejecutivo, pero sus marchas y concentraciones han sido dispersas, sin un mensaje unificado. Tras varios días de protestas intermitentes, no han logrado erosionar el apoyo presidencial.
Los ecuatorianos enfrentamos una decisión trascendental el 16 de noviembre. No se trata solo de aprobar o rechazar propuestas, sino de pensar en el futuro del país. Un voto informado, alejado de manipulaciones, podría impulsar reformas necesarias. Si el SÍ prevalece, Ecuador podría avanzar hacia una gobernabilidad más fuerte; si gana el NO, se mantendrá el statu quo, con sus virtudes y defectos. (O)
