El mundo real II

Columnistas, Opinión

Como nos preguntábamos la semana pasada: ¿sirve de algo ser optimista o tener esperanza en este mundo actual? ¿Cómo sobrevivir en éste? Vamos a seguir con la crudeza de alguien que reflexiona así: 

“El mundo es un martillo que golpea sin cesar. O eres el yunque que resiste y da forma. O eres el cristal que se hace añicos. No hay una tercera opción. Esa comodidad que buscas, ese refugio seguro, es una ilusión. Es el ojo del huracán, una calma temporal antes de la devastación total. La verdadera paz no se encuentra huyendo de la tormenta, se encuentra convirtiéndote en ella.

Todo lo que quieras de este mundo tendrás que arrancárselo con perseverancia, sacrificio, disciplina, haciendo méritos porque tendrás que merecerlo, y el mérito no se mide en deseos, se mide en cicatrices. Así que levanta la cabeza, mira a la bestia a los ojos, siente su aliento helado en tu nuca. Sí, el mundo es hostil, es despiadado, es injusto, es una guerra de desgaste. Y ahora que lo sabes, ahora que has arrancado el velo de la gran mentira, la pregunta ya no es qué va a hacerte el mundo a ti, la pregunta es, ¿qué vas a hacerle tú a él? La batalla no tiene descanso. Bienvenido al mundo real. 

Ahora que hemos establecido la naturaleza del campo de batalla, hablemos del verdadero enemigo, porque te han mentido de nuevo. El mundo con toda su hostilidad no es tu mayor amenaza. La competencia con toda su ambición no es tu adversario más peligroso. Hay un enemigo mucho más íntimo, más astuto y más destructivo. Y lo ves cada mañana cuando te miras al espejo. Eres tú. Tú eres el saboteador de tus propios sueños. Tú eres el arquitecto de tu propia jaula. Eres el traidor que susurra veneno en tu oído en tus momentos de mayor debilidad. Mientras el mundo te golpea desde fuera, tú te estás apuñalando por la espalda. Suena duro. Es la verdad. Y la verdad no siempre es bonita, pero siempre, siempre te hará libre. Analicemos a ese enemigo que vive dentro de ti. Es la voz que te dice 5 minutos más cuando suena la alarma. Es la que te convence de que empezarás mañana. Mañana la dieta. Mañana el ejercicio, mañana ese proyecto, mañana esa conversación difícil, ese mañana es la tierra prometida de los fracasados. Un horizonte que se aleja cada vez que intentas acercarte. Un paraíso ficticio donde reside todo el potencial que nunca materializarás. Esa voz es la que justifica tu pereza. Estoy cansado. ¿Y qué crees que eres el único que está cansado? El cansancio es el estado natural del guerrero. Si no estás cansado es que no has luchado lo suficiente. El cansancio es una medalla, no una excusa.

Tu cerebro emocional que adora el confort y el postergue te dice, «No soy lo suficientemente bueno” pero… ¿comparado con quién? Con esa imagen perfecta e inalcanzable que ves en el celular, te comparas en el capítulo uno de tu libro con el capítulo 20 del de otro. Es una trampa, un juego amañado para mantenerte paralizado.

La excelencia, sin embargo, se alcanza a través de la repetición imperfecta, del intento y el error de caerse y levantarse con la boca llena de polvo y sangre, pero levantarse, al fin y al cabo. Eres tú quien elige la comodidad del sofá en lugar de la incomodidad del crecimiento. Eres tú quien prefiere la dopamina barata de un video viral en lugar del esfuerzo sostenido que requiere construir algo que perdure…” seguiremos con “tú y el mundo real”. (O)

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