Se ha ido Iván dejándonos la “Anatomía del Vacío”. 2025

Pasa a ser un ayer, 10 de septiembre de 2025, la fecha de partida sorpresiva de Iván Oñate Almeida (1948) dejándonos, entre otras herencias “El fulgor de los desollados”: “para no decir Adiós / porque entonces/ sobre el rostro de los espejos/ lloverá el polvo de la mentira…Entonces/ dan ganas / como de llorar a carcajadas…de caer arrepentido / por las locas ilusiones que me arrancaron de vos / esquina de mi pueblo, noche contráctil/ que vomitas soledades…
Queda en el alma nacional una memoria de orgullo ambateño, y una huella de su talento compartido en varias vivencias, entre las cuales está su participación en los Seminarios Internacionales de Lingüística y literatura organizados por la U Técnica de Ambato a partir de 1986 con profesores del Instituto Caro y Cuervo de Bogotá. Oñate poeta fue sociólogo por la U. Central, doctorado en comunicación por la Universidad Autónoma de Barcelona, e invitado a la misma para conferencias de semiótica, área en la que compartimos experiencias y especialización.
Me quedan varios libros dedicados con su aprecio: Estadía poética (1968), La casa del ahorcado (1977), El Ángel ajeno (1983), El Hacha enterrada (1987 Ed. Oveja Negra), Anatomía del Vacío (1988), El fulgor de los desollados (1992), La Nada sagrada (1998), Cuando morí (2013) comentado en CNN. Se ha ido el difusor de mis investigaciones lingüísticas en la U. Central donde trabajaba. Se ha ido y vuelve con nosotros en sus textos:
“Abajo, / a cien metros de mi ventana/ dos hombres discuten y se amenazan con disparos. Un poco más allá, / en la autopista abandonada de este país en ruinas,/ esquivando postes caídos, /caballos destripados / y la niebla sin mañana que se desprende del lomo de los perros/ un motociclista desquiciado/ juega a aplazar su suicidio. ¡Pum!/ En este momento alguien se apiadó de él/. Puedo percibir en el aire/ el alivio de su alma/ mezclándose con el olor de la gasolina.”
Poeta premonitorio casi en todos sus textos.
En sus últimos meses ha disfrutado de amigos y admiradores de su calidez humana, en el Café de la Casa de la Cultura de Ambato. Ha estado vigente en actos culturales de esta ciudad que le ha demostrado admiración, respeto y gran aprecio.
Otra vez me quedo con tareas pendientes. Pensamos publicar un texto compartido con Juan Coral el descendiente colombiano de Montalvo que ahora vive en Cali. Con su esposa realizaba investigación sobre sus vivencias (las de ella, Magdalena Mayorga), en la Casa de Montalvo en Ficoa. Nos quedamos en “un mundo sin espejos / un mundo pleno de máscaras…”(O)