IA en las aulas

“El futuro se vive hoy” es una frase escuchada con frecuencia al referirse al uso de la Inteligencia Artificial (IA), en todos los órdenes del saber. No se trata de una adopción de tecnológica, es más bien la integración de un aporte tecnológico que impulsa, fortalece, construye y fomenta la capacidad de discernir sobre la información que recibe para crear recursos intelectuales propios. El primer gran desafío es transformar la IA de una “ayuda mecánica” a una “oportunidad pedagógica” (UNESCO, 2023).
Toda la información que reciben los estudiantes, si se procesa en el aula, se vuelve conocimiento con impacto duradero; caso contrario es simple información que se olvida. Al utilizar la IA, se incentiva a crear el debate, análisis, reflexiones, creación de textos, direccionar investigaciones, motivar al arte, conocer otras geografías o comprender los caminos de la historia; y, todo con fundamento científico. Generar oportunidades didácticas con ayuda de IA, anima a crear ideas propias con sustento creativo; aquí el docente asume el rol de facilitador, porque enseña a navegar, discernir y construir conocimiento de manera significativa (La IA llega a las aulas. Copertari, 2025)
La ayuda digital, sin mediación del profesor, puede llevar a acciones de deshonestidad académica. Consideremos que la IA mejora, asume, verifica, describe y precisa de datos entregados por el maestro o la sala de estudiantes; es evidente que, si no hay aporte de textos, datos, gráficos, imágenes; se limita la interpretación de la IA, al procesar textos con errores y sesgos científicos garrafales. La IA tiene el poder de automejorarse y puede aprender nuevos datos e interacciones para ofrecer un rendimiento cada vez más rápido y eficaz. Es fundamental definir objetivos claros para el uso de la IA, más no prohibirla, y establecer metas que aseguren que la tecnología digital potencie el aprendizaje crítico.
El camino hacia la integración de la IA en las aulas, exige una profunda revisión de nuestros métodos pedagógicos y de nuestros valores éticos. No se trata solo de qué tan avanzados son los algoritmos que usamos, sino de qué tan preparados estamos nosotros para utilizarlos de manera responsable. La IA es un espejo que refleja tanto las virtudes como los sesgos de la sociedad, y es nuestra responsabilidad enseñar a las futuras generaciones a mirar críticamente ese reflejo. El mayor desafío no es el uso de la IA, sino nuestra propia voluntad de adaptarnos y redefinir el propósito de progresar que tiene la educación.
Con lo expuesto, la capacitación docente, es necesaria; los profesores deben adquirir las competencias necesarias para utilizar la IA como una herramienta pedagógica eficaz, y no solo como un recurso técnico. Esto incluye enseñar a los estudiantes a auditar contenidos, detectar información creada artificialmente y noticias falsas. Promover la reflexión ética en el aula con retroalimentación es esencial para ajustar las prácticas pedagógicas y resolver dudas éticas y técnicas durante el proceso. Para que esta integración sea exitosa, los docentes deben implementar acciones concretas para garantizar que las evaluaciones sean un reflejo del aprendizaje activo.