Eliminación del subsidio al diésel

Columnistas, Opinión

El 12 de septiembre de 2025, el presidente Daniel Noboa firmó el Decreto Ejecutivo 126, eliminando el subsidio al diésel que regía desde 1974. Esta medida, que eleva el precio del galón de 1,80 a 2,80 dólares, ha generado debate, pero representa una oportunidad histórica para reorientar recursos públicos hacia el verdadero desarrollo. 

Por décadas, este subsidio ha costado al Estado más de 59.000 millones de dólares entre 2010 y 2025, sin llegar efectivamente a quienes más lo necesitan. Ahora, con un ahorro anual estimado en 1.100 millones de dólares, Ecuador puede invertir en protección social y crecimiento sostenible.

Uno de los mayores beneficios es la focalización de recursos. El subsidio anterior beneficiaba indiscriminadamente a clases altas con vehículos de lujo, contrabandistas y actividades ilícitas como la minería ilegal, desviando fondos que podrían haber fortalecido salud, educación y vivienda para los vulnerables. Economistas como Alberto Acosta Burneo lo llaman «lo que siempre se debió hacer»: redirigir el dinero escaso a los más necesitados, no a los privilegiados. Esto promueve equidad fiscal, alineándose con recomendaciones del FMI para optimizar subsidios ineficientes. 

Además, la medida combate el contrabando de combustibles, que drena millones de la economía. Al eliminar el diferencial de precios, se reduce la tentación de exportar diésel subsidiado a países vecinos, fortaleciendo la seguridad energética y liberando divisas para importaciones esenciales. El Gobierno estima que estos ahorros financiarán un «escudo social» con varias medidas compensatorias: bonos de 400 a 1.000 dólares mensuales para 23.300 transportistas, ampliación del Bono de Desarrollo Humano a 55.000 familias vulnerables, devolución directa del IVA a 115.000 adultos mayores y créditos productivos para agricultores y pescadores.

Para el sector transporte, un «Plan Nuevo Transporte» inyecta 150 millones de dólares en renovación de flotas, con bonos de chatarrización de hasta 20.000 dólares y tasas de interés subsidiadas al 9%, asegurando que el pasaje no suba y fomentando modernización.

En el primer trimestre de 2025, la recaudación de IVA creció 26,5%, mostrando que ajustes previos fortalecen ingresos sin colapsar la economía. A largo plazo, incentiva eficiencia energética y transición a energías renovables, reduciendo dependencia de importaciones.

En resumen, eliminar el subsidio al diésel no es un recorte ciego, sino una apuesta por el progreso. Transforma un gasto regresivo en inversión productiva, protegiendo a los más débiles mientras moderniza el país. Ecuador, con esta valentía, da un paso firme hacia un futuro más equitativo y próspero. (O)

alvaro.sanchez2000@hotmail.com

Deja una respuesta