El mal uso de la IA preocupa

El rendimiento académico y las habilidades fundamentales para el futuro profesional son los riesgos que genera el mal uso de la inteligencia artificial (IA) en la educación de los jóvenes.
El director de Quality, Carlos Zurita, expuso que actualmente los estudiantes utilizan plataformas como para resolver tareas en pocos minutos, lo que les ahorra tiempo, pero les priva de comprender los procesos de aprendizaje. “Llegan con el deber resuelto, pero sin entenderlo”, enfatizó.
Este hábito, añadió, está generando una reducción del pensamiento crítico, dificultades para la construcción del pensamiento lógico y pérdida de tolerancia a la frustración. Según explicó, los jóvenes esperan resultados inmediatos sin invertir esfuerzo, lo que crea expectativas poco realistas en su vida académica y profesional.
Otro de los problemas detectados es la ilusión de conocimiento. “Creen que saben porque tienen la respuesta, pero no construyeron el razonamiento ni el análisis detrás de ella”, recalcó. Esto, a futuro, puede traducirse en profesionales con títulos académicos, pero sin las competencias necesarias para desempeñarse en un entorno laboral exigente.
La disminución de la creatividad y la originalidad es otra consecuencia. Muchos estudiantes prefieren que la inteligencia artificial les entregue proyectos o ensayos completos, lo que frena su capacidad de pensar y producir conocimiento propio.
Zurita advirtió que esta tendencia podría afectar la memoria, la concentración y las funciones ejecutivas que resultan esenciales para el desempeño laboral. “En pocos años podríamos tener graduados que no saben realizar tareas básicas sin depender de estas herramientas”, alertó.
Sin embargo, aclaró que la inteligencia artificial no es negativa por sí misma. Si se utiliza con guía adecuada, puede convertirse en una herramienta poderosa para explicar conceptos, reforzar aprendizajes y estimular la curiosidad. “El reto está en que padres y docentes enseñen a los jóvenes a usarla correctamente”, subrayó.
Finalmente, insistió en que la escuela y la universidad deben adaptarse a esta nueva realidad, promoviendo espacios de pensamiento crítico y evitando que el aula se limite a la entrega de trabajos sin revisión ni reflexión. (I)