Derecho a pensar

El «derecho a pensar» es un derecho fundamental que incluye la libertad de tener ideas, creencias y convicciones sin interferencias externas. La libertad de pensamiento, conciencia y religión se vincula con la libertad de expresión; el derecho a buscar, recibir y difundir información e ideas. Implica manifestar “sus ideas” y no ser forzado a adoptar otras o a revelar las propias.
El paro indígena, motivado inicialmente, por la eliminación del subsidio al diésel; fue recogido en los medios y redes sociales, dando cuenta del criterio ciudadano sobre la confrontación entre la Conaie y el Gobierno, con sus fuerzas del orden, en escenarios cambiantes, desde el proclamado pacifismo a la radicalización de la protesta.
Las opiniones, a favor y en contra, se esperaban; así como las respuestas: críticas; unas con razones, otras con insultos y provocaciones, amparados en el anonimato. Los que se atreven a razonar, en causas y efectos; tratando de hacerle entender al enemigo gratuito sus motivos; no sirven, y nada evita que le envíen más allá del carajo.
La Conaie cambia el objetivo, no es el subsidio al diésel, ahora es la rebaja del IVA y el NO a la consulta popular. La situación del país se agrava, hay muertos, detenidos, ciudades a merced de los pacifistas agresivos. Las fuerzas del orden hacen su tarea. Surgen nuevos escenarios: la minería ilegal, los Gdos y la izquierda política. La crítica suma a políticos, economistas, intelectuales, artistas. En las intervenciones, se considera que el NO a la consulta, es la verdadera razón del paro. Vaya a leer la cantidad de opiniones; pura majadería, insultos por doquier y la vulgaridad se hace presente. Todo aquel que se atreva a opinar, es molido a insultos.
El “derecho a pensar diferente” es parte de la libertad de pensamiento y expresión, reconocido internacionalmente en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. Tener opiniones propias, buscar, recibir y difundir ideas de cualquier tipo sin censura previa; sin considerarse como delito. Este derecho es esencial en una sociedad justa y para el crecimiento personal, fomentando la crítica constructiva.
Las redes sociales, unilateralmente, permiten que cualquier persona opine. Equivocado o no, debe ser respetado; pero no sucede así, porque con epítetos de arrabal, insultos procaces y el juego de palabras sin sentido; se quita el derecho a pensar diferente. Es un crimen no estar a favor del paro indígena; sin ton ni son, es calificado de racismo, por sobre evidentes abusos y acciones vandálicas; que buen vivir ni nada.
El derecho formarse ideas propias y creencias, de forma oral o escrita; o por medios digitales, está sujeta a responsabilidades establecidas por la ley. Una sociedad democrática debe ser capaz de tolerar y respetar el disentimiento. La oposición a las ideas dominantes es crucial para el debate, dentro del cual, con libertad se puede cambiar de opinión si llega a conclusiones fundamentadas en la reflexión, lo que se considera un signo de madurez y crecimiento personal. (O)
