Ajuste de cuentas judicial con Bolsonaro 

Columnistas, Opinión

A 27 años de cárcel fue condenado el exPresidente de Brasil, Jair Bolsonaro, por cuatro jueces del máximo tribunal de justicia de Brasil, estrechamente vinculados a Lula. Inclusive, uno de ellos había sido abogado del actual Presidente. Sólo un juez falló en contra y abrió la puerta para que Bolsonaro pudiera apelar. Mientras no se ejecutoríe la sentencia, Bolsonaro continuará privado de la libertad en su domicilio, con la expectativa que el Senado, en lo futuro, enjuicie políticamente a esos jueces, o el Congreso, donde cuenta con gran apoyo, apruebe una amnistía. 

En las elecciones presidenciales últimas, Bolsonaro fue derrotado por Lula, por menos de una cabeza, como se diría en las carreras de caballos cerradas. Hubo voces calificadas que manifestaron que hubo fraude electoral, no confirmado, en todo caso, por el organismo electoral. Los partidarios de Bolsonaro llegaron a ocupar las instalaciones del Congreso en Brasilia. 

Le acusaron de haber instigado para esa ocupación de tan importante institución del Estado y, además, de haber planificado la desaparición de adversarios y de mantenerse en el cargo presidencial, a pesar de los resultados adversos. Sus cuatro verdugos, detrás del ropaje de jueces, utilizaron testimonios sesgados de antiguos funcionarios y algunos mensajes mutilados de celular para ajustar cuentas, por interés propio y por encargo, con el popular Bolsonaro que arrinconó, durante su mandato, a jueces y políticos cercanos al Partido de Lula. Inclusive éste estuvo privado de la libertad en el proceso Lava Jato, en los primeros años de la presidencia de Bolsonaro. Cuando perdió la elección, con rabia se le fueron encima los sabuesos.

A algunos gobernantes les ha ocurrido algo parecido. Después que dejan el poder, sus antiguos enemigos ajustan cuentas con ellos sirviéndose de la justicia. Nunca faltan jueces dispuestos a servir para tal propósito. Trump, amigo de Bolsonaro, castigó a Brasil con tarifas arancelarias del 50% por la persecución judicial de la que era víctima. Los verdugos de Lula se rieron de la medida y siguieron adelante. Tenían a su presa en territorio de Brasil y no la podían herir con alguna medida judicial. Debían terminar con él sentenciándole a 27 años, sabiendo de las enfermedades de Bolsonaro y de sus 70 años de edad.

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