A valorar la vida y asumir retos 

Carrusel

“Hablemos Tungurahua” es el proyecto que surgió hace un año en la provincia bajo la responsabilidad del Patronato Provincial. A decir del administrador Juan Manuel Armendáriz, la propuesta invita a valorar la vida, permite entender que pese a las dificultades y retos que se presentan y por más difíciles que estos sean, siempre habrá una salida; lleva felicidad, simboliza resiliencia y ha transformado la vida de varias personas. 

El Patronato Provincial tomando en cuenta los lineamientos del proyecto promovió varias actividades, una de las cuales fue el concurso “Tungurahua, lugar para sanar”, “con emoción, hemos sido testigos del talento de nuestra gente, que ha plasmado en fotografías significados profundos”, expresó Juan Manuel Armendáriz. 

La premiación se cumplió en el marco del Día Mundial de la Prevención del Suicidio. Los ganadores recibieron los premios respectivos. Madeleine Aguilar, primer lugar categoría adolescentes 12-17 años; Kevin Chicaiza, categorías jóvenes 18-29 años; Edison Javier Castillo, categoría adultos 30-64 años; Diego Alexander Chamorro, categoría redes sociales. 

Y añadió, “además, hemos recopilado historias escritas por sus propios protagonistas, en donde se muestra el difícil camino de una persona con depresión, pero también nos dejan claro ejemplo de esperanza, de superación, de valentía y de amor por la vida”. 

“Para ustedes, nuestra gente tungurahuense, quienes participaron activamente y apoyaron esta iniciativa reciban nuestro profundo agradecimiento y admiración. Les motivo a ser más empáticos y a convertirnos en guardianes de vida, y a todas las autoridades les invito a que se sumen a este proyecto y podamos trabajar en conjunto”, expresó.

El administrador del Patronato Provincial compartió el mensaje “la empatía es súper poder silencioso, que nos permite ver más allá de las apariencias, de los juicios superficiales y de las primeras impresiones; nos ayuda a reconocer la lucha que se esconde detrás de una sonrisa, la soledad detrás de una multitud y el dolor que reside detrás del silencio.  Cuando somos empáticos, no solo entendemos, sino que validamos la experiencia del otro, haciéndole sentir visto, escuchado y sobre todo acompañado. (I) 

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