Reflexión y decisión popular

Columnistas, Opinión

Los ciudadanos concedemos a los gobernantes una parte de nuestra libertad para que administren capitales, recursos, bienes, comercio, producción y otros. Aceptamos que nos impongan un marco de normas y leyes, con el propósito de mejorar las condiciones de vida de las personas; por lo que, las decisiones que se toman en ambos lados, siempre apuntan a cumplir este propósito. No estaría nada bien que, nuestra concesión política a los gobernantes, sea incumplida o alterada en su concepto. 

Nuestra libertad de pensamiento, permite analizar si las acciones de los gobernantes, ayudan a llegar a la meta deseada. La reflexión personal es importante al preguntarse y cuestionar: ¿De qué manera ayuda al convivir ciudadano que tengamos menos asambleístas? ¿Las acciones que toma el gobierno para combatir la delincuencia, mejora el ambiente social al brindarnos tranquilidad y seguridad ciudadana? Si reflexionamos sobre la calidad del trabajo de la asamblea, tendremos una visión objetiva sobre los efectos de una legislación que no mejora las condiciones de vida del pueblo; la ineficacia de las leyes que dictan; el enfrentamiento y las apetencias de poder entre sectores políticos, han desmejorado la calidad legislativa y la baja aceptación popular.     

En cuanto a la delincuencia, los gobiernos han fracasado, debido a nexos que corrompen instituciones públicas; los procedimientos policiales y vericuetos legales, sumados a la corrupción en la justicia al más alto nivel impiden la ejecución de acciones más contundentes contra el crimen organizado. Esto preocupa al ciudadano que reclama porque las estrategias que la autoridad competente ejecuta, no brindan la seguridad y tranquilidad esperada.   

El recurrente ambiente electoral en que estamos inmersos, exige considerar los gastos que demanda tener una vida democrática. El mantenimiento de partidos y movimientos políticos, implicar pensar no en inversiones, sino en un gasto de los fondos partidarios, en beneficio de unos pocos y repetidos políticos. Sin embargo, de que están autorizados por la Constitución, su existencia se condiciona al 5% de aceptación popular que, varios no lo alcanzan. Reflexionemos pues, sobre el espíritu de la libre participación y patriótica voluntad de las personas que quieren servir al Estado desde la política, para que lo hagan con sus propios recursos.

El ejercicio democrático y potestad del gobierno para convocar al pueblo, considerado válido para la existencia del Estado, aunque tengan un alto costo, son necesarias por la situación de convulsión social, corrupción y delincuencia organizada que sobrepasa el imperio de la justicia, siendo urgente las reformas que permitan controlar a quienes viven por fuera de la Ley.

Si bien es cierto que sobre la voluntad de las personas, no manda nadie; es importante comprender que si no tenemos seguridad para trabajar, emprender y desarrollarnos; justicia amparada en la Ley que evite la corrupción y la desconfianza social; e infraestructura estatal con educación generativa; salud preventiva, curativa, recreativa y de rehabilitación; cuidado y protección del ambiente; vialidad, comercio, transporte; el convencimiento de hacer bien las cosas, no viene de prebendas políticas, sino de una decisión reflexiva sobre la calidad de vida que aspiramos tener. (O)

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