Una política con contenido social / Lic. Mario Mora Nieto

Columnistas, Opinión

Un día como hoy, 20 de enero de 2017, tomaba el mandato del gran país del norte el presidente N° 45.

            Las expectativas no eran, precisamente, de las mejores; veamos:

            “La victoria de Trump traerá más dificultades y preocupaciones. Espero más deportados, más angustias, más lágrimas, más lamentos; una serie de gente sin trabajo, sin qué hacer, sin dónde ubicarse”. (María Engracia Robles, monja católica que ayuda a migrantes en la frontera de México con los Estados Unidos).

            La situación es crítica, manifiestan notas de prensa provenientes de los cinco continentes.

            “No sé qué nos espera. ¿Los Estados Unidos ha fallado como Estado y Sociedad? Todo parece posible, creo que tendremos que levantarnos y tratar de encontrar la forma de continuar, expresa en su columna del New York Times, el periodista Paul Krugman. Lamenta lo que está ocurriendo en su país y más bien hace evocación a una página gloriosa en la historia de los Estados Unidos”:

“Según informes socio económicos el país se encontraba sumido en una dramática crisis: trece millones de parados; la industria colapsada; la mayoría de bancos en quiebra y una agricultura incapaz de sobrevivir a la catástrofe”.

            En ese momento crucial entra en escena y se agiganta la figura de un estadista que supo devolver al país el optimismo que necesitaba para levantarse de tan difícil situación. Esa figura fue la de Franklin Delano Roosevelt, quien, contrariamente a lo que ocurrió con Trump, superó la crisis económica con su famosa doctrina “New Deal” (Nuevo Tratado) e indujo a su pueblo a recuperar la confianza en sí mismo.

Roosevelt fue elegido senador a los 28 años y poco después fue nombrado secretario adjunto de la marina estadounidense por el presidente Woodrow Wilson.

            En agosto de 1921 sufrió un ataque de poliomielitis que lo mantuvo por varias semanas entre la vida y la muerte, y paralizó completamente sus piernas durante dos largos años.

            Sin embargo, en 1928, fue elegido gobernador del Estado de Nueva York, su programa de reformas sociales fue el más idóneo para salvar la crisis.

            El 8 de noviembre de 1932 es electo por primera vez como presidente de los Estados Unidos. Al tomar posesión de su cargo se dispuso a materializar sus proyectos en un país que se encontraba en el punto más crítico de su depresión económica.

Su programa de gobierno estableció la necesidad de redistribuir la riqueza de una manera más justa entre todos los ciudadanos. Por primera vez en ese país la política del Presidente estaba teñida de un innegociable contenido social que hacía hincapié en la igualdad de oportunidades frente al salvaje individualismo liberal. Favorecía al pueblo que sólo disfrutaba de pocos privilegios. Apoyó financieramente a los campesinos. Combatió la especulación, legalizó los sindicatos en las empresas, instauró el primer sistema de seguridad social y acometió un plan de empleo juvenil.

            Se mostró partidario de terminar con el aislacionismo estadounidense. Mejoró las relaciones con Iberoamérica a través de políticas de buena vecindad. Concedió plena independencia a Cuba. Así mismo tomó la inteligente decisión de reconocer diplomáticamente a la unión soviética en 1933.

Roosevelt fue elegido en 1936, 1940 y en 1945.

            Lamentablemente, el 12 de abril de 1945 muere a causa de una hemorragia cerebral, siendo sucedido por el presidente Truman.

            Las últimas palabras que escribió para un discurso que debía pronunciar días más tarde pueden servir de epitafio de su vida ejemplar: “El único límite a nuestras realizaciones del mañana son nuestras dudas de hoy. Avancemos hacia el futuro con fe positiva y vigorosa, con las manos limpias y la frente en alto” (O)                 

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