Tradición de las peleas de gallos genera empleo

Interculturalidad
 
Los aficionados agitan los coliseos durante las tradicionales peleas. (Foto DT)

Las peleas de estas aves finas -gallos- en Tungurahua generan ingresos económicos a aproximadamente 50.000 personas de forma directa e indirecta. Cada programación forja entre 7.000 y 10.000 dólares. Galleros y aficionados muestran su preocupación ante un artículo del Código Integral Penal (COIP) que menciona las peleas o combates entre perros u otros animales.

Los galleros tungurahuenses puntualizan que la actividad es una muestra cultural que se práctica desde los antepasados y de la cual dependen familias de todo el país. 

Actividad generadora de ingresos económicos 

 
David Arellano, Diego Rubio y Daniel Tamayo, mostaron su preocupación ante el cambio en del artículo en el COIP. (Foto DT)

Daniel Tamayo, estudiante de veterinaria y gallero de ‘nacimiento’, explica que desde el proceso de crianza estos animales generan recursos económicos. La actividad da trabajo a los criadores de gallos. Desde ahí se requieren vacunas, vitaminas y alimentación. 

En Tungurahua, existen cerca de 50.000 personas vinculadas de forma directa e indirecta a la actividad gallera. “De aquí se derivan que el dueño de los gallos, tiene un trabajador que alimenta a sus animales, ellos tienen su familia, después en los eventos, las persona que cuida los carros, las personas que hacen el aseo, la comida; entonces si esta actividad se acaba, todos esos ingresos se van a terminar”, puntualizó Daniel Tamayo. 

Para David Arellano, gallero tungurahuense, esta actividad es considerada como un ‘deporte’ que genera cuatro millones de dólares anualmente en el país. “Entre empleo, alimentos, veterinarios y, además, fomenta el turismo”, asegura. 

Un punto que ha sido cuestionado por los grupos que están en contra de la pelea de estas aves es que existen apuestas. No obstante, Daniel Tamayo refuta: “hay personas que tienen su derecho de apostar, pero otras que solo disfrutan del espectáculo que se desarrolla con cuidado de los gallos; esto lo toman como un pasatiempo y no hay pruebas que una persona se haya  enriquecido”.

Preocupación

El pasado 17 de septiembre del 2019, el Pleno de la Asamblea Nacional debatió las reformas al Código Integral Penal (COIP), donde existieron cambios en las penas contra el maltrato animal.

“La persona que haga participar perros u otros animales, organizase, promocione o programe peleas entre ellos, será sancionada con pena privativa de libertad de dos a seis meses. Si producto de la pelea se causa mutilación o lesiones permanentes al animal, será sancionado con pena privativa de libertad de seis meses a un año”, es el artículo que preocupa a las personas vinculadas a la pelea de gallos.

“Es que en las nuevas reformas del Código Integral Penal (COIP) se nos está incluyendo en un saco a los galleros, donde nos van a tratar como delincuentes. Entonces no están analizando nuestra actividad y nos están, principalmente, afectando en la economía de muchas familias del Ecuador que dependen de esta actividad”, explicó Diego Rubio, quien es médico de profesión y aficionado a los gallos de pelea. 

“Se está vulnerando todos los derechos que tenemos todos los ciudadanos al libre goce. Yo desde los ocho años soy aficionado, soy profesional (médico) no vivo de los gallos, pero me gusta por tradición, es nuestra cultura. Por eso, estamos en pie de lucha defendiendo nuestras tradiciones. Nadie puede a pretexto de tener una nueva ola de criterios pretender truncar las aspiraciones  o derechos que nosotros que hemos heredado”, puntualizó Diego Rubio.

Historia

La pelea de gallos en América Latina es una muestra de tradición ancestral. Hasta el momento no existe un registro exacto que revele en qué momento las peleas de gallos se convirtieron en espectáculo, pero en Ecuador convoca a pobladores de la Sierra, Costa y Oriente. Las peleas antiguamente se hacían en las plazas de los pueblos. En Tungurahua en cada cantón existe mínimo una gallera, las que más programaciones generan son las de Píllaro, Mocha Baños y Tisaleo. En Ambato existe una en Ingahurco y una detrás del Mercado América pero este año no han tenido actividad por no contar con los permisos correspondientes. (I)

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