TODO, MENOS HONORIS CAUSA. / Guillermo Tapia Nicola

Columnistas, Opinión

El giro de la memoria, de cara a los comicios de febrero del 23, irá asumiendo rostro y voz. Se hará más evidente en medida en que, las primarias vayan decantando y ubicando potenciales candidatos para las dignidades de los gobiernos autónomos descentralizados.  

Partidos y movimientos políticos en estas acciones de democracia interna, deberán, hasta el cinco de agosto próximo, observando reglas, definir listas de candidatos que incluyan hasta un 30 % de mujeres y 25% de jóvenes.  

Y entonces, los recuerdos vendrán a valor presente y las ofertas serán balanceadas con probidad y los sonidos, serán más que un grito o un alarido exponencial de emociones; y las palabras, se ajustarán a los viejos cánones del vecindario, a los apretones de mano y a los registros fotográficos que, por algún tiempo adornarán más de una pared, una puerta o una ventana.  

El ciclo electoral dará inicio y las calles y las plazas, se llenarán de ruido, color y palabras. Altavoces sobre ruedas, camisetas, banderines, distintivos y mensajes tendrán vida mientras oídos y ojos les presten atención.  

Más de cuatrocientos años de arbitrariedades y conquistas, superados por el sufragio universal, la educación, la salud, la libertad de expresión y el esparcimiento, entre otros derechos inherentes a la humanidad, dieron paso a estrategias permisivas o intervencionistas, que se han ido alternando, como para dejarnos ver que ninguna de las dos ha logrado efectivamente perennizarse y mantenerse por encima de la huella de sus propios resultados.  

Aún seguimos enganchados al mismo debate, solo que ahora se ha añadido el proceso de globalización, el ecodesarrollo, las posibilidades de acceso a los recursos y las propuestas que intentan reposicionar o sustituir prácticas de convivencia con el mercado.  

¡No solo eso!   La guerra intestina, selectiva y las amenazas frecuentes a los demás estados, ha sido como una suerte de post pandemia, cuyas secuelas hirientes y reiteradas, rebasan fronteras y procuran nivelar a todos los demás en la línea de la miseria.  

En el territorio, las ideas más bien son cortas. No superan el triste espectáculo del vecindario. Unas veces más o menos frecuentado de clientes, con necesidades varias, muchas… desde siempre y otras, muy recientes, se alternan con una realidad de inequidad, despilfarro y corruptela no sancionada; y parte de un mismo discurso compartido por todos y presentado con distinta lengua.  

La credibilidad a cuestas. El dolor expuesto y la carencia fotografiada en los huesos. Estados subdesarrollados “construidos sobre sociedades profundamente fragmentadas por grupos étnicos, culturas, lenguas, religiones y razas distintas” que, apenas si pueden alcanzar moderadas políticas agrarias, e incipiente estado industrial que sustituya algunas importaciones.   

Pueblos con créditos muy onerosos, con fronteras arbitrariamente trazadas y diferencias regionales, climáticas, divisiones territoriales internas que ahondan ese antagonismo y limitan las perspectivas, nos dejan a merced de la oposición irracional, del caos y, es en ese entorno que debemos identificar y seleccionar a los líderes, a los “mejores hombres”, para que guíen a ciudades y municipios, provincias y parroquias, hacia nuevos derroteros.  

Las miradas se encuentran unas a otras, sobresaltadas, angustiadas, retenidas en las lágrimas, porque no pueden superar el don de la equivocación y, casi como maldición, una y otra vez se suceden en los mismos errores y, los menos malos, terminan siendo casi siempre los peores y, los mejores, conservan solo una imagen que se retiene en su sombra, porque no llegan a ennoblecer el desafío de administrar la cosa pública con entereza, verdad, honradez y pulcritud.  

Diríamos que seguimos, en la “Cacería del Diploma”.  

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