Serie sobre la corrupción: su gestación en su familia / Ing. Patricio Chambers M.

Columnistas, Opinión



Continuando con la serie de artículos relacionados con el fenómeno de la corrupción, en esta ocasión vamos a referirnos a sus orígenes y gestación.

Generalmente se habla de que las buenas costumbres se aprenden en casa; también decimos que la base de la educación nos viene de la familia y que nuestros padres nos encaminan por el sendero del bien. Lo cual es cierto.

Lamentablemente en muchos casos la realidad es otra, pues incluso durante generaciones, esos valores fueron reemplazados por la viveza criolla, ¡que tanto daño ha hecho al país.! Auténticos antivalores que fueron practicados y fomentados permanentemente, atendiendo al deseo insaciable de bienestar material, sin importar lo que se tenga que sacrificar para ello.

El olvido a veces consciente, de los principios éticos por parte de los mayores ha llevado a que el resto de la familia crezca en medio de la ignorancia de todo sentido moral, así como del desconocimiento de las consecuencias de sus propias acciones.

Si bien a los jóvenes se los ha animado a estudiar, tendrían que hacerlo sólo en carreras que rindan económicamente, dejando de lado en ese caso el sentido de la vocación y de servicio, para poner en su lugar la idea de servirse de los demás e incluso y por qué no, también explotarlos.

Por sorprendente que pueda parecernos, gran parte de los actos de corrupción tuvieron su semilla en el entorno familiar, en el cual se aceptaba como normal las mentiras “blancas”, al considerar que no hay nada malo en ello porque fueron expresadas con “buena” intención.

Pero lo cierto es que una mentira no es ni blanca ni negra, ni pequeña ni grande, es simplemente algo que no es verdad, por lo que no debe aceptarse en ningún caso. Ejemplos de ello los tenemos a cada paso, cuando en una llamada por teléfono el padre o la madre le pide a su hijo decir que no está o que está enfermo; también cuando ese mismo hijo se queda con el dinero del vuelto y decidimos “hacernos de la vista gorda”; en fin, sinnúmero de situaciones.

Es así como los jóvenes crecen convencidos de que no hay nada malo en faltar a la verdad, más aún si a cambio se obtiene algún beneficio. Este es el origen de los llamados “negocios” cuando en realidad son negociados, en los que llegan a participar familiares y amigos de momento, corrompiendo la estructura familiar y desvirtuando el valor de la amistad.

Es necesario llamar a las cosas por su nombre, pues al no hacerlo abrimos la puerta a la corrupción. Decir una cosa por otra, es la forma engañosa que usan las familias para consentir el dinero mal habidos de alguno de sus miembros, haciendo que el ladrón pase como respetable.

Como se ve la corrupción nace y también se desarrolla en el hogar, en medio de la enorme crisis que atraviesa la institución familiar. (O)

Deja una respuesta