Serie anticorrupción: Sistemas de integridad pública / Ing. Patricio Chambers M.

Columnistas, Opinión



Para luchar contra la corrupción existen distintos modelos muy efectivos que se pueden aplicar principalmente en el sector estatal; entre los más importantes encontramos a los sistemas de integridad pública.

Estos sistemas fundamentalmente se orientan a promover en funcionarios y servidores de gobierno, conductas alineadas a valores y principios éticos, en el cumplimiento de sus funciones; privilegiando el interés público por sobre el interés privado.

No es algo que se implemente sólo al interior de determinada institución, sino que también alcanza a otras entidades relacionadas, así como a la propia ciudadanía.

Se trata un mecanismo que se traduce en políticas y prácticas de promoción de la ética, la gestión de los conflictos de intereses, la protección a denunciantes, el control interno, la gestión de riesgos, así como el régimen disciplinario y la función legislativa para la aplicación de la justicia penal.

Al hacerlo se contribuye a la construcción de una cultura de integridad, respaldada por mecanismos apropiados de rendición de cuentas.

El esquema que permite su funcionamiento está conformado básicamente por tres elementos: a) el sistema en sí; b) una cultura anticorrupción, y c) la rendición de cuentas.

El sistema se estructura a su vez en base a compromiso de los actores de mantener una conducta acorde a valores y principios; normas claras y debidamente actualizadas; establecimiento de responsabilidades dentro del orden institucional, y; estrategias de control permanente.

En cuanto a una cultura anticorrupción, tenemos fundamentalmente programas de formación ética dirigidos tanto a funcionarios como a la ciudadanía en general, por lo que un segundo componente es precisamente la sociedad. En tercer lugar, un sentido claro de liderazgo desde una condición ética ejemplar para los demás; luego un sentido claro de promoción sustentada en la meritocracia, para finalmente asegurar una total apertura hacia la ciudadanía.

En lo referente a la rendición de cuentas, un aspecto fundamental es la supervisión y control de los actos que pudieran ser considerados como reñidos con la ley; también está una adecuada gestión de riesgos de soborno y corrupción, lo cual implica implementar mecanismos que reduzcan al máximo tales posibilidades.

La participación ciudadana ya sea a nivel de veedores u ocupando un lugar en la “silla vacía”, constituye uno de los elementos más importantes del sistema pues a través de ella se mantiene informada a la comunidad y a su vez se impulsan iniciativas que favorezcan la transparencia y el debido proceso en la gestión pública.

Finalmente, y siendo una parte importante de la rendición de cuentas, se encuentra un cuerpo normativo lo suficientemente fuerte como para sancionar cualquier acto de corrupción.

En el centro de todo ello está la integridad pública como eje de todas estas acciones y estrategias.

Las buenas prácticas indican que es muy importante, además aclarar las responsabilidades institucionales dentro del sector público, garantizando que se cuente con los mandatos y capacidades adecuadas para cumplir con lo asignado, promoviendo además la cooperación y la coordinación a todo nivel. (O)

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