Rebobinando lo andado

Columnistas, Opinión

Saludable resulta repasar el hilo de las circunstancias e Intentar remendar la vida entre “paros calculados” y “cálculos parados”.  En el caso que nos ocupa, lo admito necesario porque la fuerza social nunca fue la vagancia y menos, la imprudencia de esperar con la mano extendida por un mendrugo mal habido. 

Por cierto, habrá quienes imaginen el mensaje exactamente en línea opuesta, o deduzcan en ese sentido, ya que es cuestión que atañe estructuralmente a su individualidad, preocupada como está por encontrar respuestas a propios desafueros y mal entendimientos, en dirección a justificar seguir “mamando en teta ajena”.

Oportuno por cierto hablar de remiendos, porque aún no veo un sastre que “tijera en mano” acomode la tela disponible, para cubrir el cuerpo de pies a cabeza: dejando al descubierto el cuello -solo- para “evitar el ahogamiento”.  Algo parecido a “despojarse de la lengua” para impedir que los demás profieran mentiras y medias verdades.

Es que, cuando un grupo de «auto iluminados», resistiéndose al cambio, se adueña indebidamente del espacio público para expresar -con violencia- sus propias visiones e imaginarios, en función de concretar una línea de actuación política, genera un ambiente de ansiedad y sospecha en el que no se permite la crítica, la revisión o el diálogo abierto. 

¡Oposición por oposición! ¡Esa es la cuestión!

Fenómeno histórico y contradictorio que, en contextos democráticos, deriva en un accionar problemático |donde pluralidad de voces y opiniones, tanto como predisposición de tener oídos dispuestos a escuchar, es fundamental.

Aprestarse a desechar “el diálogo de sordos”, condición sine qua non, es a los discursos dominantes que no dan cabida a la diversidad de perspectivas, mucho más cuando se corre el riesgo de estabilizar una cultura de censura o exclusión. 

Enfatizo en el tema de la historia, porque seguramente por su peso y por su tiempo, aquella adjudicable  “reiteración y señalamiento de culpa 500 años después” llega a abrumar a una amplia mayoría, como endilgable  a su fuero y a su deseo.

Solo a través de un intercambio sincero y constructivo, sin amenazas, aspavientos, exigencias, ventajas o exclusividades, se puede avanzar de manera efectiva y eficiente hacia una democracia inclusiva y representativa que parta del reconocimiento y apego a la ley. 

Este tipo de reflexiones, considero vitales para entender los desafíos que enfrenta cualquier sociedad que aspire a ser verdaderamente democrática y conciba su existencia: como un aljibe que guarda -no solo conciencias- sino también los corazones de sus miembros.

Siempre habrá algún “trasnochado” que, contra todo pronóstico, resuelva lanzar su verdad como única prueba fehaciente, sin que esa pretensión sea suficiente ni única, porque evidencias audiovisuales y presenciales de autoridades e invitados extranjeros -desplazados- como integrantes de un convoy de ayuda humanitaria hacia territorios obstaculizados, se han encargado de desmentir -apropiadamente- la  inexistente “condición pacífica” de la supuesta convocatoria de paralización y resistencia. 

¡Se dirá que hay resultados y lecturas diametralmente opuestas sobre los mismos hechos! 

¡Claro que sí! El color de los ojos es parte de la naturaleza humana, tanto como su opinión. Más aún, es parte del desencuentro que nos está haciendo vivir un grupo minoritario de ciudadanos -inconformes de todo y nada- porque en las últimas horas el norte inicial de su agresividad ha cambiado de rumbo hacia lo político, para encaramarse en la negación habitual que acostumbran, con ocasión de la consulta popular que está en camino.

<<El País, cada día que pasa, agota su paciencia>>. (O)

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