Navidad de Antaño/ Luis Alfredo Silva

Columnistas, Opinión


Desde la década de 1.940, recuerdo claramente varias costumbres de la época; una de ellas, La Navidad. Fue diferente, pero siempre una celebración familiar para pasar, momentos inolvidables de unidad y confraternidad, junto a los seres queridos.

En la navidad de antaño, toda la familia participaba en el arreglo del nacimiento o pesebre; en ese tiempo no se utilizaba el árbol, como elemento de decoración, el que aparecerá luego de algunos años, lleno de luces y colores.

Esta tradición se realizaba días antes de La Noche Buena, las artísticas esculturas de San Jase, La Virgen María y El Niño Jesús, expresaban en los rostros una divinidad asombrosa y bella.

Cada familia arreglaba de la mejor manera, utilizando varios adornos que impresionaban a los visitantes, colocándolos de una manera que mostraba originalidad y buen gusto, lo que era propio de esos tiempos.

El sitio donde estaba el pesebre, era el lugar destinado para rezar la novena, con la intervención de toda la familia e invitados. Primero se rezaba El Padre Nuestro, luego se cantaba villancicos, una lectura bíblica y finalmente, una reflexión.

Los villancicos preferidos fueron, Dulce Jesús Mío y Ya viene el niñito, las primeras estrofas dicen. Ya viene el niñito, cargado de flores y los pajaritos, le cantan amores…Dulce Jesús mio, mi niño adorado, ven a nuestras almas niñito, ven no tardes tanto…

No faltaban las golosinas navideñas, los buñuelos y los tamales. Para terminar La Noche Buena, se iba a La Iglesia de Santo Domingo, a «La Misa de Gallo», que era muy alegre, con cantos de villancicos y sonidos de pitos y panderetas, que se interpretaban desde el coro del templo, todo era algarabía y gozo.

Así, era La Navidad de Antaño, una ceremonia alegre y festiva, desbordante de paz y amor, en unión de toda la familia. (O)

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