Los políticos del plagio y los títulos / Luis Fernando Torres

Columnistas, Opinión

Al Presidente del Senado español le han acusado, estos días, de haber plagiado textos de varios filósofos en un texto de filosofía que lo escribió hace 15 años cuando era profesor de esa materia. El senador-filósofo ha dicho, en su defensa, que se trata de coincidencias menores, aunque las pruebas del plagio son tan contundentes que sus compañeros socialistas le han pedido que sea más explícito en sus aclaraciones.

Anteriormente, el actual Presidente del Gobierno de España, militante del mismo partido socialista del Presidente del Senado,  fue, igualmente, señalado por haber plagiado cientos de textos ajenos en sus tesis doctoral de economía. No negó que reprodujo textos ajenos sin citar a sus autores, aunque rechazó que tal hecho sea un plagio. Resistió la embestida de sus opositores, se inventó  un escándalo diferente y logró distraer la atención hacia otro tema. 

La reproducción de investigaciones y publicaciones ajenas, sin mencionar a sus autores, se ha convertido en el pecado intelectual más común de los políticos que inflan sus hojas de vida con tesis de maestría  o doctorado, con el fin de obtener un título de cuarto nivel que les confiera, como en el caso del Presidente del Gobierno, no tanto conocimientos cuanto un antecedente académico para lucir ante sus mediocres congéneres políticos.

Otros, como el Presidente del Senado, plagian por el apuro de acreditar alguna investigación que les permita sobrevivir y progresar en un mundo académico postizo, el de la investigación universitaria, en el que se exigen investigaciones, sin importar su calidad y aporte al desarrollo de la ciencia.

Ambas autoridades españolas han dicho que no renunciarán a sus cargos, a diferencia de altos dirigentes de otros países europeos que se han separado de sus funciones, al haberse detectado que plagiaron textos en sus tesis de graduación.

 En el Ecuador no estamos ante un problema similar  porque las más altas autoridades carecen de títulos de cuarto nivel y porque ningún periodista se ocupa de rastrear lo que han publicado los pocos políticos que algo han escrito. Tampoco en España los políticos suelen tener títulos de cuarto nivel. Sólo algunos cuentan con una trayectoria en el mundo del pensamiento. Lo que sí existe allá es un periodismo de investigación impecable, a tal punto que los dos plagiadores fueron descubiertos por periodistas de la prensa escrita.

Decía Picasso que “los buenos artistas plagian, los genios roban, mientras los mediocres fingen una gran estatura intelectual usando zancos”. Las tesis y las publicaciones de rutina académica son simples zancos. No son el producto de la genialidad ni del talento. En algunas áreas del conocimiento humanístico es, además, muy poco lo que se puede aportar. Casi todo ha sido escrito o dicho. Una tesis o un libro sobre ello no pasa de ser una impostura. (O)

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