La patología / Mirian Delgado Palma

Columnistas, Opinión

La patología  / Mirian Delgado Palma

El diccionario de la Real Academia Española (RAE) le atribuye al concepto de patología dos significados: uno lo presenta como la rama de la medicina que se enfoca en las enfermedades del ser humano y, el otro, como el grupo de síntomas asociadas a una determinada dolencia.

Desde la aparición del ser humano en la tierra las enfermedades han formado parte de su existencia. Sin embargo, las antiguas civilizaciones se encargaron de protegerse de ellas acudiendo a remedios y curaciones a través de las plantas medicinales. Esta práctica ancestral formó parte de su cultura. Posteriormente se interesaron por saber cómo se generaban las enfermedades; este deseo de conocer, los llevo a investigar cómo y por qué se producían, y si podrían curarse, es así como empezó “la patología” Actualmente, la patología es una de las ramas más importantes de la medicina y la ciencia.

El sistema médico hoy en día sigue basando sus prácticas en descubrir las patologías que la conservación de la salud. Lamentablemente, esta sagrada profesión se lo concibe como un negocio más. Aclarando honrosas excepciones de médicos que cumplen esta excelsa misión con vocación y devoción de curar y salvar vidas. 

Las epidemias han existido toda la vida como enfermedades degenerativas crónicas como el cáncer, la hipertensión, la diabetes, artritis, derrames cerebrales, así como enfermedades mentales y de difícil diagnóstico. Se revela que los modernos adelantos de la biotecnología han invertido sus esfuerzos en provocar brotes de “nuevos virus” y epidemias. Hoy esta de moda el “corona virus”, tácitamente sin la esperanza de encontrar una vacuna que ponga fin a esta pandemia que ha provocado pánico en la humanidad. 

¿Será creíble que estos mortales virus hayan sido producidos en los laboratorios y diseminados al aire? Al respecto, la frase célebre que expresó Thomas Hobbes “El hombre es un lobo para el hombre”, descifrando el sentido de esta expresión esto supone que todas las amenazas que afronta un ser humano son generadas por otros seres humanos. La sentencia, en ese sentido, se convierte en la metáfora del animal salvaje que el hombre lleva por dentro, siendo capaz de realizar grandes atrocidades y barbaridades contra elementos de su propia especie.

Si damos por hecho esta premisa, no nos queda a los seres humanos, ser médicos de nuestras propias enfermedades. Si tenemos la capacidad de la introspección, nos daremos cuenta de que las enfermedades más graves no son otra cosa que el resultado de nuestras actitudes y en este punto, es el paciente el que juega el papel importante y no el médico.

Un sistema inmune saludable es clave para nuestro bienestar. Nuestro cuerpo es muy noble y sabe cómo sanarse si evitamos excesos y abusos en nuestro estilo de vida u otros factores estresantes. La mejor medicina y el mejor antibiótico es “el amor por nuestro propio cuerpo” custodiado con la sabia voluntad de proteger a la máquina más perfecta y única dada por la divinidad. Una alimentación saludable y deporte, como nos aconsejan serán nuestros leales aliados para contrarrestar el “uso excesivo de antibióticos” Los reacios a esta sencilla receta que actúan independientemente del buen juicio, razón y el total desprecio a su cuerpo, lo único que hallarán son procesos degenerativos orgánicos con graves dolencias que lo aproximarán a la muerte.(O)

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