Idilio rojiblanco que el tiempo no ha borrado

Deportes

La memoria del hincha de Técnico Universitario se nutre de hazañas, y una de las más recordadas es la de aquel equipo que, contra todo pronóstico, se alzó como campeón de la Serie B en 1977 y rozó la gloria de la Serie A al año siguiente, clasificando por primera vez a la Copa Libertadores. 

En el corazón de esa gesta estaba un paraguayo de 1.75 metros y 72 kilos: Darío Armoa, un delantero que, con su habilidad y, en especial, su potente cabezazo, dejó una huella imborrable en el estadio Bellavista y canchas del fútbol ecuatoriano.

A 74 años, desde su natal Iturbe en Paraguay, Darío recuerda con una emoción palpable esos días de gloria. «Jamás olvidaré esa campaña que hicimos con el Técnico Universitario, los compañeros que tenía. Geniales son, geniales», comenta. Su llegada a Ambato en 1977, casi por casualidad, fue el inicio de un idilio. Un romance que lo vio convertirse en una figura clave, anotando goles espectaculares, muchos de ellos de cabeza, y que lo llevaron a ser uno de los goleadores del torneo.

Su paso por el rival de patio, Macará, en 1981, un movimiento que se dio tras no recibir una oferta de renovación del ‘Rodillo’, no fue motivo de resentimiento. Darío lo explica con la sencillez de un profesional. «Son cosas que pasan. Yo también esperaba que me volvieran a llamar y no pasaban los días, no me llamaban. Entonces, por esa casualidad, Macará me estaba buscando y acepté, ¿qué iba a hacer?». En el ‘Ídolo de Ambato’ también dejó su sello, siendo el goleador del equipo y anotando un recordado ‘póker’ de goles ante Deportivo Quevedo.

Aunque el fútbol profesional quedó atrás, el amor por Ambato sigue vivo. Darío lleva a sus amigos y a la ciudad en el corazón, y a pesar de que la vida le ha puesto pruebas de salud, sigue atento a la actualidad de sus dos equipos ambateños. «Siempre paso y sigo la trayectoria ahora de los dos equipos ambateños», confiesa. Un gesto que demuestra que, más allá de la cancha, la conexión entre el paraguayo y la capital de Tungurahua es algo que ni el tiempo ni la distancia han logrado borrar. (D)

Deja una respuesta