Hambruna en Gaza

Columnistas, Opinión

La ONU declara oficialmente hambruna en la Franja de Gaza, describiéndola como “un desastre provocado por el hombre, una condena moral y un fracaso de la humanidad misma”.

Por primera vez en la historia de Oriente Medio, la Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria en Fases (IPC), junto con la FAO, UNICEF, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y la OMS, ha confirmado lo que desde hace meses era evidente: el hambre ya no es una amenaza, sino una realidad mortal.

La declaración de “hambruna” no es un término simbólico. Según los criterios del IPC, esta fase se confirma solo cuando se cumplen tres condiciones devastadoras: que al menos el 20% de los hogares sufran escasez extrema de alimentos, que un 30% o más de los niños estén gravemente desnutridos y que al menos dos de cada 10.000 personas mueran al día por hambre o enfermedades asociadas. Gaza cumple y supera cada uno de estos parámetros.

En hospitales improvisados, médicos describen escenas que hielan la sangre: niños con costillas tan marcadas que parecen atravesar la piel, bebés que lloran sin lágrimas por deshidratación, heridos que no logran recuperarse porque sus cuerpos carecen de lo más básico: alimento. “Estamos intentando salvar vidas mientras las nuestras se consumen lentamente”, advirtió un vocero de Médicos Sin Fronteras.

Gaza lleva casi dos años bajo bombardeos y bloqueo. Sus panaderías, hospitales y tierras de cultivo han sido destruidos. Las rutas de ayuda humanitaria se encuentran obstruidas y los camiones que logran entrar con alimentos apenas representan una fracción de lo necesario.

El hambre, denuncian organizaciones como Save the Children, Oxfam y Acción contra el Hambre, no es un accidente colateral, sino el resultado de una estrategia de asfixia. El bloqueo, sumado a la destrucción sistemática de infraestructuras vitales, convierte al alimento en un arma de guerra.

Mientras las agencias internacionales encienden las alarmas, el gobierno israelí califica la declaración de la ONU como una “mentira descarada”. Sin embargo, sobre el terreno, los testimonios de las víctimas y las cifras de las organizaciones humanitarias no dejan espacio a la duda, la gente fallece día a día por el hambre.

Las cifras estremecen: más de medio millón de personas están atrapadas en la hambruna; miles de niños padecen desnutrición aguda; decenas mueren cada día por causas prevenibles. Pero detrás de cada número hay un rostro, un nombre, una historia que merece ser contada.

Hoy, Gaza nos interpela, o actuamos con urgencia, o nos convertimos en cómplices de una tragedia que ya tiene nombre, rostros y un dolor que no admite silencio. (O)

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