Flota pesquera china / Fabricio Dávila Espinoza

Columnistas, Opinión


La globalización alcanza muchas esferas de la sociedad y plantea varias complicaciones en la calidad de vida de las poblaciones. La Organización de las Naciones Unidas, el año 2001, buscó enfrentar este fenómeno creando las “Metas de Desarrollo del Milenio” (MDM) con el objetivo de eliminar la pobreza extrema en 15 años.  Este proyecto global tiene ocho objetivos principales, 18 metas y, adicionalmente, un “Plan para alcanzar las Metas”.

La relación armónica entre desarrollo industrial y cuidado ambiental está enmarcada en el séptimo objetivo: “Garantizar la sostenibilidad del medio ambiente”, del que se desprende la meta número nueve: “Incorporar los principios del desarrollo sostenible en las políticas y los programas nacionales e invertir la pérdida de recursos del medio ambiente”.

Esta utopía representa un desafío para la comunidad mundial y una importante renuncia por parte de los países industrializados, donde la sostenibilidad ambiental mantiene una relación muy tensa con el modelo económico predominante. En las naciones con más alto desarrollo tecnológico e industrial coexisten, de forma separada, la protección ambiental y el consumo insaciable de recursos naturales. El objetivo de estos países se centra en llenar los supermercados, aun invadiendo reservas ecológicas.

El pasado miércoles la armada nacional informó sobre la presencia de una la flota china, realizando faenas de pesca en los límites de la zona económica exclusivamente ecuatoriana, cerca de las islas Galápagos. Este es un problema detectado tres años atrás. En total se ha identificado hasta 300 embarcaciones de gran tonelaje. El 2017 una nave fue detenida y confiscada dentro de la reserva marina ecuatoriana, sus tripulantes siguen detenidos en nuestro país.

El Estado vigilia para garantizar la vigencia del derecho internacional, el respeto a la integridad territorial y la soberanía sobre los recursos. Sin embargo, el problema es más grave que la invasión territorial. El consumo desmedido de los recursos naturales demuestra la debilidad de los acuerdos internacionales. El conflicto ambiental alrededor de las islas Galápagos evidencia, en el fondo, una contradicción difícilmente salvable entre la sustentabilidad a largo plazo y el desarrollo enmarcado dentro de la lógica capitalista de corto plazo. Según esta lógica, el futuro de las islas y de la naturaleza en general no resulta muy alentador. (O)

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