Feriado en paro  

Columnistas, Opinión

Este 9 de octubre, mientras el país se prepara para un nuevo feriado, muchos ecuatorianos no saben si celebrar, descansar o simplemente seguir resistiendo. El decreto del presidente Daniel Noboa, que declara feriado nacional, llega en medio de un contexto social y económico complicado, con protestas, bloqueos y una sensación general de incertidumbre que no se detiene por decreto.

En el papel, el feriado busca mover el turismo y dar un respiro a la economía. Pero, ¿realmente lo hará?

¿Cómo puede moverse el turismo si las carreteras están cerradas? ¿Cómo se reactiva el comercio cuando muchos negocios apenas sobreviven entre el miedo y la inestabilidad?

Algunos piensan que este descanso podría desactivar tensiones. Otros, que solo las esconderá bajo la alfombra por unos días. La verdad es que el malestar social seguirá hasta que se llegue a un consenso. 

El 9 de octubre celebramos la independencia de Guayaquil, una fecha que simboliza la libertad. Pero ¿cómo conmemorar la libertad si el país se siente atrapado entre la crisis, el desempleo y el conflicto ?.

Quizás este feriado debería servirnos para algo más que viajar o descansar. Podría ser una pausa para pensar, para preguntarnos qué tipo de país queremos construir. Si habrá diálogo o si seguiremos repitiendo los mismos conflictos de siempre, solo con diferentes protagonistas.

Porque la independencia no solo se celebra: se defiende cada día, con justicia, con empatía y con decisiones que unan, no que dividan. 

Deseo, desde el corazón, como muchos ecuatorianos, que la paz vuelva a abrazar a mi país. Que dejemos atrás el conflicto y la indiferencia que nos han ido separando.

Que ninguna ambulancia se detenga en medio de la carretera y heridos fallezcan, que ningún alimento se quede varado, que ninguna familia tenga que elegir entre el miedo y el trabajo.

Que este feriado no sea una pausa para evadirnos, sino una oportunidad para reencontrarnos. Que aprendamos a mirarnos sin discriminarnos, a escucharnos sin prejuicio y a reconstruirnos con amor, como la nación digna y solidaria que siempre hemos soñado ser. (O)

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