El viaje de los reyes magos

Y llegó diciembre, mes de la Navidad, festividad del amor y de la ternura en la medida que nos acerca al espíritu infantil como sinónimo de lo divino y trascendente, humanizado en el Niño de Belén, el que se manifestó al Mundo, en los Reyes Magos Melchor del manto rojo que representaba a Europa quien traía oro, Gaspar del manto amarillo de Asia traía incienso, y Baltazar del manto azul de África que traía mirra, la tradición los llamó reyes magos pero en realidad no eran magos eran (sabios astrólogos que estudiaban las estrellas) y viajaron hasta Belén para ofrendar con oro, incienso y mirra, como reconocimiento universal de la condición Divina del recién nacido, como anunciaron los profetas.
La historia cuenta que posiblemente venían viajando desde la India, o Arabia y vieron una estrella que interpretaron como una señal del nacimiento de un nuevo rey que los condujo a través de vastos territorios, cruzando desiertos y montañas montados en camellos, hacia los reinos de Salem, y llegaron a Jerusalén buscando al “rey de los Judíos”, lo que alertó al rey Herodes, quien les pidió información para encontrar al niño, los magos no eran ningunos bobos y alertados por sus sueños no regresaron más donde Herodes y siguieron su viaje por otro camino finalmente la estrella los guió a Belén en donde encontraron a Jesús en un establo y le ofrecieron sus regalos, los mismos que tenían un gran significado. El oro para reconocer su realeza, el Incienso, para honrar su divinidad y adoración, y Mirra que simboliza su futura humanidad y sacrificio.
La Navidad, que a más de todos los motivos para la felicidad, como son el reencuentro con la familia, con los amigos, con los niños y el milagro risueño de los nietos, con los recuerdos y las nostalgias cual antenas para la sensibilidad, hace el milagro de interiorizar sobre el espíritu y trascendencia de esta festividad universal, en la medida que el cristianismo es una de las tres religiones monoteístas más difundidas en el planeta y que, justamente, parte desde el nacimiento de Jesús, que la iglesia cristiana ubica en un 24 de diciembre, fecha que muchísimas culturas anteriores al cristianismo celebraban el solsticio, ritual de la fertilidad de la tierra, de trascendental importancia en las culturas agrarias que compendian, en el calendario agrícola, solsticios y equinoccios, sus mayores festividades y rituales. (O)
