¿El poder corrompe al ser humano? / Aracely silva Cadmen
Partamos de lo que se entiende por poder; el poder es la capacidad de influenciar y controlar a otras personas, es una característica de nuestra jerarquía social; cuando las personas están en una posición de poder relativo las cambia.
Estas alteraciones se manifiestan en lo que a menudo se consideran las tres áreas principales del funcionamiento psicológico: pensamiento, emoción y comportamiento.
El poder cambia el funcionamiento de nuestro cerebro, lo que propicia un patrón de conductas más competitivo y defensivo del propio interés; es evidente que cuando una persona adquiere cierto poder sea cual fuere este, político, económico o moral, se comporta de manera diferente.
Cuando alguien tiene un papel importante en la sociedad, su cerebro funciona de otra manera, y si ocupan un alto cargo durante un tiempo prolongado puede cambiar el modo de pensar y de comportarse.
El poder corrompe, pero no a todo el mundo, pues lo que hace es liberar al verdadero ser para que surja, el poder. En sí, no corrompe, sino que exalta los principios y tendencias de conductas preexistentes.
Las personas buenas no se convierten automáticamente en tiranos cuando tienen poder, para saber cómo es alguien, dale poder; el poder, por las posibilidades que puede abrir, muestra la capacidad transformadora y creativa del ser humano, pero también puede despertar el lado más mezquino y sombrío.
“Procura no humillar a quién te encuentres en tu camino de subida… pues tendrás que verlos de nuevo cuando vayas de bajada”.