Chile encendido / Esteban Torres Cobo

Columnistas, Opinión



Lo sucedido en Chile sorprende y no debe ser pasado por alto. El país latinoamericano se encuentra entre las diez primeras economías más libres del mundo. Es el único de la región que compite con los grandes. Su desarrollo es comparable solo con el de las naciones más ágiles e innovadoras, especialmente las nórdicas y las de los satélites bálticos. 

Décadas de madurez política de las clases dirigentes han permitido que los partidos gobernantes, independientemente de si se consideraban de derecha o izquierda, continúen por la senda del liberalismo económico. Y los resultados llegaron. 

No hay dudas este momento de que un joven chileno tiene más oportunidades que un joven ecuatoriano. Más posibilidades de prosperar e insertarse rápidamente en la economía global. La cantidad de inversión extranjera que recibe así como la empresas que deciden aparcar ahí para crecer resulta abismal comparada con la escuálida cifra ecuatoriana que no supera ni los 500 millones de dólares. 

¿Por qué, entonces, el caos? No se trata de una inconformidad con el modelo o una desigualdad creciente entre ricos y pobres ya que la prosperidad ha llegado a todos los niveles y, especialmente, a los que menos tenían. Chile tiene menos pobres que cualquier otro país latinoamericano. De hecho, el presidente de derecha, banquero y empresario Piñera fue reelegido por un buen porcentaje en la última elección. Eso, en cualquier otra democracia de la región no ha sucedido. 

Es claro concluir que el caos no viene de la población entera (que entendió la prosperidad) sino de grupos violentos chavistas, de cómodos estudiantes favorables al desorden y la turba y de políticos de ultraizquierda desesperados por el éxito del liberalismo. De la vieja izquierda, en otras palabras. El nuevo Chile, sin embargo, se sostendrá. (O)

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