Amazonía ecuatoriana / Mauricio Calle Naranjo

Columnistas, Opinión

Clima cálido, flora exuberante, diversidad de fauna, gastronomía exótica, pueblos ancestrales, petróleo, entre muchas más características son las cualidades que imaginamos cuando se nombra al oriente ecuatoriano. Por otro lado, el extractivismo ha sido el modelo utilizado por décadas y duramente criticado, no obstante, el oro negro representa la principal fuente de divisas para Ecuador. Por esta condición, y al ser un recurso no renovable, el país debe preparar estrategias a largo plazo, ya que la existencia de este hidrocarburo es limitada.

Pero la amazonía representa más, es un territorio que aún guarda riquezas escondidas y que solo los visionarios están aprovechando. Es así que, gracias a las tendencias de consumo de productos más saludables e inocuos, el territorio amazónico tiene potencial que es admirado y envidiado por potencias mundiales, donde sus poblaciones optan por los superalimentos, los nutracéuticos, fitoquímicos, alicamentos, entre otros.

Además de la explotación actual de rubros como la papa china, pitahaya, cacao, tilapia, el Ecuador debe dar pasos más ágiles, fomentando industrias que generen valor agregado y apuntar más allá que solo ser exportadores de materias primas.

Las universidades han realizado diversas investigaciones con productos de origen amazónico que han destacado académicamente a nivel mundial, inspirando a las empresas a prestar especial interés en la región amazónica. Por el contrario, son pocos los registros de casos de éxito en la transferencia de conocimientos desde la academia al sector privado, lo que demuestra que las reglas no están claras para la protección de los derechos intelectuales en Ecuador, o no existe una relación ganar – ganar entre la universidad y la empresa privada.

La selva agreste todavía guarda secretos, ocultos a la vista de los distraídos, y para los soñadores es mucho más que petróleo; es agua, alimento, medicina; el oriente ecuatoriano es vida. (O)

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