Ad infinitum / Kléver Silva Zaldumbide

Columnistas, Opinión

Quizás la causa más profunda de muchas enfermedades se encuentra en dos actitudes emocionales-mentales extremas. Por un lado, en el deseo y sus similares, o sea la avidez, ansiedad, avaricia, ambición, apego, y, por otro, en el odio y todos sus derivados, animadversión, rechazo, agresividad, cólera, etc. Y pueda ser que ambas actitudes extremas sean originadas por la “ignorancia”. Ignorancia como causa inicial de algunas enfermedades y sufrimientos. Pero es importante que comprendamos qué tipo de ignorancia. En japonés, el término es mumyo, comúnmente traducido como «ausencia de claridad mental». En otras palabras, la ignorancia es un error de percepción, o una percepción errónea de la realidad. Todo organismo vivo necesita una cierta percepción de la realidad, tanto interna como externa, con el fin de poder desarrollar comportamientos adaptados a la misma que le permitan sobrevivir. La capacidad de adaptación está indisolublemente unida a la capacidad cognitiva, es decir, al conocimiento que dicho organismo tiene de la realidad en la que vive.

El dolor asociado a la enfermedad, a la vejez y a la muerte tiene su causa última en un error cognitivo de la mente humana, la cual no percibe claramente su realidad interna y externa y, por lo tanto, no puede generar comportamientos adaptados a dicha realidad. En efecto, la mente humana ordinaria que procesa casi toda la información que nos llega de la realidad a través de los sentidos y a través de las creaciones de la mente misma, obedece a un “programa” binario diseñado en base a extremos, como los ordenadores: bien-mal, yo-tú, cuerpo-mente, material-espiritual, etc. Resultado de esto es una percepción dividida “ad infinitum” en categorías estancadas, generalmente opuestas y/o excluyentes entre sí. Al procesar así la información, la mente humana olvida un aspecto fundamental de la realidad que es la interconexión básica de todos los elementos que la componen.

Dicho de otra forma, el error de percepción básico de la mente humana ordinaria viene dado por un exceso de análisis y una carencia de síntesis, es decir, por un exceso de parcelización y una falta de totalidad. La vida no es un estado estático, es un proceso, es cambio, transformación, evolución e involución, condensación, mantenimiento y disolución. La vida humana tampoco es un estado inmutable sino un proceso de transformación en el que todo, absolutamente todo en el organismo humano, tanto a nivel corporal como mental, está cambiando continuamente. La degeneración física y mental y la disolución del organismo individual forma parte del proceso de la vida. No obstante, la mente humana ordinaria, debido a un error de percepción, ha generado el concepto de perdurabilidad y se aferra a la perpetuación. Este deseo de inmortalidad individual enraizado en un conocimiento defectuoso (ignorancia) de la realidad, es una “patología” profunda que impide al organismo desarrollar un comportamiento adaptado a la realidad por lo cual surge el dolor y el sufrimiento, primero mental, después emocional y, por último, corporal entendido como malestar o insatisfacción profundas. (O)

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