Base Militar en Baltra 

Columnistas, Opinión

En la última entrevista realizada por CNN al Presidente Daniel Noboa, quien señaló que, de existir una aceptación por parte del electorado respecto a la presencia de bases extranjeras, podría contemplarse la instalación de una base militar en la isla Baltra, en pleno corazón del archipiélago de Galápagos. Tal posibilidad ha generado una creciente preocupación a nivel nacional, dada la sensibilidad ambiental y geopolítica que caracteriza a este territorio insular.

Es importante recordar que Baltra ya fue utilizada en la segunda guerra mundial, entre 1942 a 1946 como base de la Fuerza Aérea del Ejército de los Estados Unidos, dejando como secuelas daños en el medio ambiente, destrucción de ecosistemas, y alteración de especies nativas. Hoy, más de ochenta años después, el debate sobre su posible utilización como base militar extranjera revive el temor de repetir consecuencias graves ambientales.

Si bien la isla posee una ubicación estratégica desde el punto de vista geográfico, clave para el control marítimo y la vigilancia de actividades como la pesca ilegal, el costo ecológico podría ser elevado. Galápagos constituye un laboratorio natural único en el mundo, y Baltra forma parte de ese equilibrio frágil que ha permitido conservar una biodiversidad excepcional.

En este contexto, diversos sectores han señalado la necesidad de realizar un estudio de impacto ambiental riguroso e independiente antes de considerar cualquier tipo de acuerdo o intervención. La protección de la flora y fauna de las islas debe ser prioritaria frente a intereses estratégicos o políticos, especialmente considerando que en 1978 la UNESCO declaró al archipiélago Patrimonio Natural de la Humanidad.

De acuerdo con lo expresado por el presidente Noboa, además de Baltra, se analizan otras posibles ubicaciones para una eventual base militar, como las provincias de Manabí o Santa Elena. Sin embargo, la mención de Galápagos como opción principal ha encendido las alertas entre ambientalistas, académicos y ciudadanos que consideran que el riesgo es sumamente alto.

El debate está abierto: ¿debe priorizarse la seguridad marítima nacional a costa de comprometer un patrimonio natural mundial? La respuesta no solo definirá una política de defensa, sino también el grado de coherencia del país con su compromiso histórico de preservar las islas que inspiraron a Darwin y al mundo entero.

Deja una respuesta