¿Vida feliz? / Jaime Guevara Sánchez

Columnistas, Opinión

Dice Séneca “vivir feliz todo el mundo lo desea, pero descubrir en qué consiste lo que hace la vida feliz nadie lo ve claro, pues cuanto más la buscamos más nos alejamos de ella”.

En su tratado De La Vida Feliz, Séneca advierte que debemos cuidarnos de lo falso en la propia alma, donde se puede descubrir que muchos deseos y trabajos no nos dan ninguna felicidad.

Según los estoicos, una vida feliz es la que esta de acuerdo con su naturaleza y se llega a ella si el alma está sana y ocupada, sin inquietud, en la búsqueda del soberano bien del alma. El fundamento inmutable de una vida feliz es para, Séneca, la rectitud y firmeza de juicio y advierte que todo fallará si se busca como lo mejor aquello que no nos hará mejores.

Hay en Séneca un alto concepto de la capacidad del hombre para elevarse por encima de sus pasiones utilizando el juicio, la razón, la voluntad que configuran su naturaleza, de acuerdo con la cual debe vivir; sin embargo, no es nada fácil. Y los hombres se desvían buscando la felicidad en el poseer, en el saber, en el poder, en el placer, cosechando dolor e infelicidad.

San Agustín también busco la felicidad por diversos caminos. Aplico su rica inteligencia a indagar sobre ella y llego a la conclusión de que la vida feliz consiste en gozar de la Verdad (con mayúsculas). Aunque todos confiesen preferir la verdad a la mentira, no buscan la verdad absoluta que sirva de fundamento a todas las demás.

El relativismo que corroe proclama, sin rebozo, que todas las verdades son equivalentes e invocando tolerancia nos disuade buscar la verdad absoluta sobre la cual edificar nuestra vida. Naturalmente, cada día somos menos felices y hemos llegado hasta confundir la felicidad con el estado de bienestar, cada mañana más deteriorado.

Mas, como la mayoría de marchantes comunes de este pequeño triangulo llamado Ecuador, tenemos la “ventaja” de no ser Sénecas ni San Agustines, nuestras concepciones de felicidad, de buen vivir son mas sencillas, no por ello menos valiosas, menos sinceras. De manera que cuando deseamos Feliz Año Nuevo a la familia, a los amigos, al vecino, al prójimo, sabemos, de sobra, a que felicidad criolla nos referimos.

Por supuesto que en los momentos lúcidos de nuestro diario trajinar, convendrá meditar y asimilar las enseñanzas de Séneca y San Agustín…

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