Vacaciones y cometas / Hernán Marcelo Guerrero

Columnistas, Opinión

En mi época solíamos desempolvar la bicicleta, ir donde el maestro y rogarle que nos ayude a engrasar la bici, para con la gallada salir a pasear por Ficoa, el socavón y de paso nos pegábamos un bañito; habían muchos juegos, como el trompo, jugábamos a recoger las cajetillas de cigarrillo y esos eran los billusos, las bolas hacíamos unos quiebres en la tierra y ese juego se llamaba la culebra, en la noche jugábamos a las escondidas, el famoso capirotejo, en fin fue una época muy sana y hermosa.

Habían juegos de temporadas y estos incluían una tradición, un conocimiento y artes, así, quien no podía hacer su barquito de papel se perdía la maravilla de jugar en las parques, en la siempre recordada laguna de Ingahurco, riachuelos que se improvisaba en  las grandes lluvias; quien no sabía construir su avión de papel, se perdía los juegos y concursos  entre panas de volar aviones de los inicios de agosto que, con sus grandes vientos, también nos llevaban de la mano a la apoteosis de las cometas. Casi todos sabíamos armar una cometa y estábamos atentos a las novedades innovadoras para modernizar las nuestras con materiales, modelos y tamaños, de  sigse, carrizo, papel de colores y pegamentos para mayor novedad y menor peso, y venían los concursos, en el sector del cerro Casigana en Santa Elena, en los llanos y potreros del vecindario porque nadie prohibía, todos aplaudían y participaban; amigos, padres de familia y vecinos se volvían consejeros y ayudantes  que aportaban y se regocijaban de la destreza infantil de construir  y volar su cometa.

Los tiempos cambian y la dinámica de la diversión infantil también, postergando y hasta olvidando algunos clásicos juegos de la niñez,  Ahora que está de moda, en las redes, los recuerdos y nostalgias de otros tiempos que, siendo irrecuperables, sin embargo, son fuente de ensoñación y certeza de un pasado que deja huellas y experiencias definitivas en la formación. Quién no las vivió no tuvo infancia dicen, y vienen reminiscencias de costumbres, modas, estilos, aparatos y juegos, como un niño corriendo casi suspendido del hilo de una cometa. Quién no lo vivió, realmente se perdió, un motivo de luminosa evocación.En el Municipio por ejemplo los departamentos de Acción Social, Turismo, no deberían dejar morir estas tradiciones, deberíamos ir al rescate de nuestras tradiciones, como en este caso, los festivales de volar cometas del cerro Casigana, del Parque El Sueño, esperemos que las instituciones que tienen que ver con acción social puedan trabajar en el rescate de estos juegos ahora tan venidos a menos. (O)

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