Un año como ningún otro / Kléver Silva Zaldumbide

Columnistas, Opinión


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Desde aquel 11 de marzo de 2020 en que la Organización Mundial de la Salud declaró al Coronavirus SARS-CoV-2 y su enfermedad Covid19 como una pandemia, el mundo inicio un rotundo cambio, nuestros estilos de vida son distintos. Tanta gente la ha pasado tan mal, el virus se ha cobrado a la fecha más de 1,7 millones de personas en el mundo. Países y gobiernos de todos los colores políticos se enfrentan ineficazmente a este enemigo de origen desconocido a ciencia cierta.

Hemos comprobado una vez más que la medicina se caracteriza por ser la ciencia de la probabilidad y de la incertidumbre. Que la indiferencia, la desidia, el egoísmo y la estulticia está en el ADN de muchos politiqueros, que no son más que esperpentos y bazofias repugnantes que viven a costa del engaño y el saqueo fiscal apoyados por fanáticos conformistas que viven de su mendicidad. Muchos enredados con la mafia, el sicariato y el narcotráfico. Apoderándose, necesariamente, de todo el sistema de justicia emprenden un entramado de difícil entendimiento para el común de los mortales. Decenas de delincuentes de terno prófugos dejando una situación económica estrangulada y con la soga al cuello. Tanto cinismo que no se consideran “criminales”, al contrario, muestran poca o ninguna culpa. Arrasando con los dineros del seguro social que hasta podría estar en riesgo las jubilaciones, mientras sus mansiones y vidas de lujo están intactas. Con su maquillada impudicia y su astuta experticia en el engaño se adelantan a llamar odiadores a todo aquel que no se enfila en la “manada” porque se siente amenazado de sus privilegios que intentará siempre eternizarse en ellos.

Disfrazando de persecución política reflejan tantos delitos impunes, que ahora hay candidatos al por mayor, gente tan inmoral que dilapida y reparte la riqueza de nuestro país sin saber ni cómo se trabaja para producir, al contrario, más bien hacen germinar el odio hacia quien la produce, sometiendo a la población a una prisión y dependencia económica miserable.

A más del virus, nos debe preocupar también el futuro del país. Nadie aprende por experiencia ajena. Muchos países que ya tuvieron amargas experiencias con estas falsas prácticas politiqueras del engaño, tomando el nombre del pueblo, han tenido que resurgir de la mismísima ruina.

Un año como ningún otro. La deplorable economía nos ha transformado, la inseguridad nos ha llenado de pánico, los politiqueros con sus astutos movimientos y nauseabundas acciones han sido crueles e inhumanos en este último decenio. Estos “virus humanoides” junto con el de 0,12 micras, SARS-CoV-2, han provocado millones de tragedias familiares y la peor recesión de este siglo.

Dios bendiga y salve a nuestro país y que el 2021 sea un año mejor. ¡Feliz año! (O)

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