Transformaciones de fondo / JAIME GUEVARA SÁNCHEZ

Columnistas, Opinión

En América como en algunos países europeos, los partidos políticos, unos más que otros ciertamente, se aplicaron al dominio social cargándose de raíz el principio de la separación de poderes. El poder judicial se convirtió, sobre todo en las más altas magistraturas, en la prolongación de determinadas opciones partidarias. El poder legislativo se transformó en una institución al servicio del poder ejecutivo.

Los entes reguladores y la llamada administración independiente acabaron por convertirse a la docilidad y a la sumisión. Muchos controles formales, es verdad, pero ausencia de control material, de verdadero control.

En este estado de cosas, se laminó el pensamiento crítico, se mercadeó con los más fundamentales de los derechos humanos y se condenó a relevantes mayorías de ciudadanos al ostracismo.

Las consecuencias de tal proceder están a la vuelta de la esquina y en este tiempo son bien explícitas. Una crisis moral de incalculables consecuencias que en modo alguno se arregla con medidas económicas.

Claro que la economía y las finanzas merecen una reforma, y de fondo. Pero lo más importante, sin duda, es la devolución al pueblo de su posición central en el sistema. La democracia no es sólo procedimientos. La democracia precisa vitalidad, que corra la sangre de la participación y la libertad por sus venas.

Hoy la participación de la ciudadanía se reduce a ir cada cierto tiempo a votar. Por eso la gran asignatura pendiente en este tiempo es democratizar la democracia y, sobre todo, garantizar que la dignidad del ser humano y sus derechos inviolables vuelvan a ocupar el centro del sistema político.

El camino es arduo y exigirá de los dirigentes políticos y empresariales un compromiso con el interés general a la altura de las circunstancias. Pero de un interés general con mayúsculas. No de ese interés general que ordinariamente se confunde con los deseos de dominación de tantos dirigentes y responsables de la cosa pública, y también, por supuesto de la “cosa” privada.

Se precisan cambios y transformaciones de fondo.

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