Sumar dos más dos / Jaime Guevara Sánchez

Columnistas, Opinión

Las fuentes alternativas de energía, para remplazar el uso del petróleo y salvar la vida del planeta, están disponibles, pero, en el campo de rentabilidad ilimitada, las potencias, dueñas de alta tecnología, no renuncian al petróleo por ser un insumo listo y en abundancia. El petróleo seguirá constituyendo factor del crecimiento económico del primer mundo; y primera fuente de ingresos del tercer mundo.

Noruega representa ejemplo envidiable de cómo debe manejarse la explotación de petróleo en beneficio de los noruegos. Hace 40 años, Noruega descubrió petróleo en alta mar y estableció políticas rigurosas para las compañías petroleras.

“Las empresas están obligadas a presentar un programa sobre cómo van a cumplir los niveles de calidad, inclusive el cuidado de medio ambiente que exige el Estado. El cumplimiento de las leyes es responsabilidad total de las compañías.”

Noruega tiene un modelo concretísimo de explotación petrolera. “Nuestro sistema es muy sencillo. Queremos que las compañías ganen la máxima cantidad de dinero porque el 75 por ciento de las utilidades tiene que pagar como impuesto al Estado. Las compañías entienden sus límites. Saben que el control y la regulación de la extracción petrolera está a cargo del Estado. Si se presenta algún conflicto, éste se resuelve en Noruega y no en Estados Unidos, Francia, u otro lugar. La ley noruega gobierna lo que ocurre en Noruega.”

Noruega produce cuatro millones de barriles diarios. El petróleo genera el 25% de los ingresos el Estado. El dinero va a un fondo. Solo 4 por ciento utiliza el Estado. Noruega tiene, este “rato”, guardados en ese fondo, 500 00 millones dólares”

Escuchar es colmarse de admiración. Sus explicaciones son tan didácticas como si estuviesen dictando una clase a escolares primarios: “Los contratos petroleros deben ser tan claros como sumar dos más dos.”

¿Por qué los políticos noruegos pueden administrar su petróleo y desarrollar su país y una sociedad de primer mundo; y por qué nuestros políticos criollos no pueden?… Puntos suspensivos.

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