¡Suicidios! / Gabriel Morales Villagóme

Columnistas, Opinión

 

Estamos en la época más difícil del año, en donde afloran los sentimientos encontrados, salen a la luz las tristezas y alegrías, el dolor se ahonda por  las metas no cumplidas, los amores frustrados, dolor de no contar con la familia. La sensibilidad nos hace vulnerables. El corazón se vacía y al mismo tiempo se aviva la esperanza de que, ojalá en las postrimerías de fin de año, las cosas mejoren.

Más la vida es una construcción de momentos buenos y malos, de triunfos y fracasos, de miedos, de recuerdos tristes que no logramos superar, también de momentos personales y familiares de regocijo. En el recurrir de nuestra vida siempre existirán problemas que deben ser resueltos día a día.  La vida es una lucha constante, llena de dificultades a vencer. ¿Quién no tiene problemas? ¿Quién puede asegurar que en algún momento de su vida no se ha encontrado sobrepasado y desbordado por tantas dificultades? y sin embargo han debido salir adelante.

Sabemos que cada ser humano es un mundo diferente, cada ser ha sido creado para vivir en libertad, con libre albedrío y en su diversidad piensa y actúa en forma diferente, que dependiendo de su formación, de sus valores, de su personalidad, de su posición económica y social, incluso de su condición física y mental actúa y ve la vida de forma diferente.

Esta época del año es difícil, las estadísticas por suicidios aumentan y nos estremecen, trágicos decesos que no distinguen edad: niños, adolescentes, mujeres, adultos; sin importar cuál sea su condición económica o social pasan a formar parte de las frías estadísticas, detrás de las cuales quedan familias devastadas y una sociedad lacerada, que no entiende qué sucede.

Quienes son propensos al suicidio conviven entre nosotros, con sus aflicciones,  gritan en silencio por ayuda y no nos hemos dado cuenta, no hemos podido escucharlos.

¿Qué está sucediendo? ¿Cuáles son las causas que están incidiendo para que se produzcan estos decesos? ¿Qué estamos haciendo nosotros como familia, como comunidad, como sociedad para evitar esta tragedia?

No podemos permanecer indiferentes, debemos actuar, que no sintamos el vacío, el dolor y la frustración cuando alguien más se ha quitado la vida, y sentir nuevamente  el remordimiento de que pudimos haber hecho algo y no lo hicimos. Los juicios de valor, las lamentaciones y los deseos de ayudar están demás cuando se ha consumado otra muerte.

Cada muerte que se produce por suicidio y cada noticia que incremente las estadísticas deberían ser un pinchazo en nuestro corazón para preguntarnos, qué estoy haciendo para ayudar a prevenir y evitar más muertes, en la familia, en el colegio, en el trabajo, en mi entorno social.

A lo mejor alguien con su silencio me está pidiendo ayuda, requiere ser escuchado, necesita un abrazo, una palabra de consuelo, y yo no me doy cuenta de los llamados de quien grita en silencio.

Este no es un problema únicamente de la familia de la víctima, es una situación del país y de la ciudad, del cual todos somos responsables: autoridades, maestros, sacerdotes, pastores, profesionales de la salud, aún las facultades de sicología de las universidades; debemos intervenir, actuar ahora para evitar que vuelva a ocurrir. (O)

   

 

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