SERIE VALORES HUMANOS: LA JUSTICIA / Patricio Chambers M.

Columnistas, Opinión

Entre los valores humanos se encuentran aquellos que por su naturaleza y condición están directamente relacionados con lo más elevado, trascendente y sagrado en cada individuo. Uno de ellos es precisamente, la justicia.

Podemos referirnos a ella como esa cualidad superior y trascendente que permite la existencia armónica entre todas las realidades y seres del universo, por tanto, la justicia no es algo exclusivo de la condición humana, sino que está presente en todos los planos de la manifestación.   

Expresada a nuestro nivel, constituye una de las cuatro virtudes cardinales, junto con la fortaleza, la templanza y la prudencia, siendo sin embargo la justicia, un resumen de todas las demás. En ella está el perfecto equilibrio, que es el resultado del recto saber, de la templanza moderadora y de la fortaleza para salir victorioso de todas las pruebas que nos proponga la vida.

El filósofo griego Platón en su obra La República o “De la cosa Pública”, señala que justicia es dar a cada cual lo que le corresponde de acuerdo con su naturaleza y sus actos. Esto significa que cada individuo tiene por conciencia natural una noción de lo que es justo, sin embargo, está en su decisión personal el actuar conforme a ella o no.

De ahí que ser justo responda a un orden interior tanto como exterior en nosotros mismos. Esto nos llama a aprender a gobernar nuestras acciones, a disciplinarlas y armonizarlas, para así actuar siempre de manera justa. Para ello una buena educación es fundamental, pues en la medida en que se tiene conocimiento, se puede ser más justo.

Fernando Fígares, al distinguir la política común de lo que él denomina política filosófica, habla que toda organización humana para ser tal tiene que basarse en dos pilares: la justicia y la educación.

En cuanto a esta forma auténtica de política, tendría como objetivo crear las condiciones y los medios adecuados para que todo ciudadano se convierta en individuos profundamente éticos y responsables. Insiste además en que, sin la promoción de la ética, la política como aquella que establece la justicia social, se vuelve estéril.

La justicia puede entenderse también como un conjunto de valores esenciales sobre los cuales se basa toda relación humana y por ende una sociedad o un Estado. Históricamente este valor sagrado constituyó el motor de toda civilización, como por ejemplo el antiguo Egipto que lo representó a través de la diosa Maat, símbolo de la verdad, el orden, la regla, lo recto, lo justo.

De esta manera se entiende a lo justo como aquel modelo de rectitud que gobierna nuestra conducta y nos lleva a cumplir con nuestros deberes, así como respetar los derechos de los demás. Todas las virtudes están comprendidas en la justicia.

Por ello, la aplicación de la justicia en cada uno es buscar ser justo en nuestras decisiones y acciones, a pesar de que como afirma Víctor Hugo: «es fácil ser bueno; lo difícil es ser justo.»

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