Salve, oh patria / Kléver Silva Zaldumbide

Columnistas, Opinión


Una canción patriótica que describe el pundonor de sus héroes y el civismo de nuestro pueblo que empieza con un saludo a la manera romana: «Salve oh patria, mil veces, oh patria, gloria a ti», para luego describirla como una tierra de paz y felicidad: «ya tu pecho reboza, gozo y paz» al tiempo que alude al sol equinoccial y las antiguas creencias prehispánicas de adoración del sol, cuando afirma: «y tu frente radiosa, más que el sol contemplamos lucir». Con un marcado tono antiespañol se refiere a los tiempos coloniales, dice: «la injusta y horrenda desgracia, que pesaba fatal sobre ti». Reitera el carácter pacifista del Ecuador, pues la guerra a la que invoca es exclusivamente en defensa de su libertad y soberanía, nunca de agresión o conquista.

Recuerda también «el yugo que te impuso la ibérica audacia», al que los hijos de la Patria, próceres del 10 de agosto, se comprometen con la «venganza del monstruo sangriento» y la ruptura «del yugo servil».

Hace memoria el legado de libertad, advierte sobre la disposición de defender, entonces y por siempre, su soberanía: «hoy, ¡oh Patria!, tu libre existencia es la noble y magnífica herencia que nos dio el heroísmo feliz, nadie intente arrancárnosla ahora, ni nuestra ira excitar vengadora, quiera, necio o audaz, contra sí.

Muestra también una invocación a nuestros volcanes ecuatorianos, representados por el Pichincha, para que, en caso de una invasión extranjera, destruyan el país para que el invasor no pueda apropiarse de él; es una alusión al nacionalismo para revelarse ante el invasor y el tirano; ofrendando la vida si fuese necesario: «Y si nuevas cadenas prepara la injusticia de bárbara suerte, ¡gran Pichincha! prevén tú la muerte de la Patria y sus hijos al fin; hunde al punto en tus hondas entrañas cuanto existe en tu tierra, el tirano, huelle solo cenizas y en vano, busque rastro de ser junto a ti».

Para que esta joya se oficialice Juan José Flores un militar venezolano quien desde1830 fue líder político ecuatoriano siendo el primer Presidente de la República del Ecuador, también con ansias de perpetuarse en el poder, poco después de crearse la República del Ecuador, encargó al poeta guayaquileño José Joaquín de Olmedo la creación de la letra del himno cuya versión no recibió la aprobación esperada. En 1938 el mismo Flores escribió una segunda letra igualmente sin acogida. Luego el presidente de la Cámara del Senado, solicitó al secretario Juan León Mera, la creación de una canción patriótica quien aceptó de buen grado, y en la noche del 15 de noviembre de 1865, escribió la hermosa letra de nuestro Himno Nacional, la misma que, sometida al conocimiento del Congreso Nacional, tuvo aceptación y aprobación unánime. Finalmente, en 1965, la Junta Militar del Gobierno fijó el 26 de noviembre como Día del Himno Nacional por conmemorarse el centenario de su creación.

Ayer rememoramos ese sentimiento que tenemos por nuestra tierra natal a la que nos sentimos ligados por valores, afectos, cultura e historia. Es, en definitiva, el equivalente colectivo al orgullo que sentimos por pertenecer a esta familia llamada nación y que debemos defenderla de las actuales amenazas que corren por buena parte del cono sur. (O)

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