SABER GANAR – SABER PERDER / Guillermo Tapia Nicola

Columnistas, Opinión

Mirar a distancia, tiene la ventaja y posibilidad de acceder, a algo más allá de lo que se guarda para si el ojo, que tiene muy de cerca el asunto controvertido o el tema pendiente. Esto, porque en la visión de frecuencia, se incrusta una importante ponderación afectiva que bien puede terminar estropeando la independencia y la libertad de apreciación, justificación y percepción. 

“Los toros, de lejos” se insiste desde el refrán, como una advertencia al cuidado que importa mantener con la sobre-exposición, y la mesura a procurar, en función de (parafraseando) proteger nuestros huesos de la embestida inclemente del astado, tanto como de la diatriba, el señalamiento y la crítica mordaz.

Sin pretender adicionar a mis improntas, una calidad prestidigitadora o de pitonisa, que en efecto carezco, siguiendo comentarios propios de los habitantes del gigantesco Brasil y la coloquial expresión de sus posiciones, apetencias y justificaciones, bien podría ocurrir que, en 30 días, Bolsonaro, de un vuelco definitivo al andamiaje político del PT y, el ex presidente Lula deba poner sus barbas en remojo. O que este, merced a las definiciones y acuerdos políticos, asegure su retorno al poder y envíe a su casa al presidente en funciones.

Lo cito, en razón de los resultados electorales del pasado domingo y la contrariedad evidente de seguidores del candidato que obtuvo un pequeño margen de ventaja, ya que -en las urnas- fueron desmentidas, las cifras y encuestas que daban por hecho una diferencia de más de 15 puntos frente al segundo, y, la certeza de un triunfo inobjetable en primera vuelta.

Nada de eso ocurrió. El candidato que se suponía sería derrotado, llegó distante apenas 4 puntos del primero y la realidad electoral cambió sustancialmente, porque dio paso a una segunda vuelta para definir al ganador presidencial. Quedó en claro, según se comenta la nueva composición legislativa, con una mayoría absoluta y control total de la Cámara de Diputados y, una mayoría simple en el Senado, por parte del grupo afín a Bolsonaro.

Con este panorama, vale recordar que las decisiones no son fáciles. Las más complejas determinaciones a tomar en nuestras vidas, son las que marcarán nuestro destino; y, eso se espera que suceda en Brasil, agregando el hecho de que. saber ganar, conlleva indefectiblemente, saber reconocer el esfuerzo realizado por el contrincante y demanda anticipar una condición de respeto y reconocimiento a su mérito de competir. Y, en contraposición, refrendar que es muy duro y muy difícil saber perder, y hacerlo con elegancia y respeto hacia el que ha ganado,  felicitarle, agradecerle y reconocer que lo hizo mejor, es una decisión que supera la vanidad.

Por el momento, la especulación, sumada a la campaña, son las únicas acciones ciertas en el más grande país del sur del continente y simultáneamente, razón de ser de “zurdos” y “diestros”, en su desafío por captar el seis por ciento del electorado que en primera vuelta no sucumbió a sus encantos; o sea, hacerse de unos cuantos millones de votos, que serán definitivos para asegurar la continuidad o el retorno.

Nada está en firme. Y la verdad sea dicha, gran parte de las apreciaciones que se sucedan en este lapso, cargadas de emoción y de esperanza, solo serán verificables en el ballotage de fines de mes. Preocupa la polarización casi igualitaria de la votación y sus efectos post electorales.

Que la serenidad y la objetividad primen por sobre la avaricia, el desenfreno, el acomodo, la persecución y se registre un solo ganador, el pueblo brasileño.

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