REALIDAD DE PRINCIPIO A FIN / Guillermo Tapia Nicola

Columnistas, Opinión

Un conjunto de escritos históricos y religiosos que forman parte de los libros apócrifos del Antiguo Testamento, son conocidos como el “rollo macabeo”, y en ellos, se relata la historia de una familia judía que lideró una rebelión exitosa contra el Imperio Seleúcida.   

Con el transcurso del tiempo, no se si por afirmación o deformación, se terminó asimilando -la magnitud de esos manuscritos- con cada vez que se sucede una extensa presentación, conferencia, informe, o discurso, de contenido simplón y cansino, y se los apostrofa como “rollo macabeo”, porque lejos de merecer una atención especial, el cuento termina por adormecer el auditorio y cerrar el oído para evitar ese contagio de verborrea sin hilo conductor y final ajustado a propia conveniencia.  

Quienes gastaron su tiempo escuchando la relación del Informe del Gran Padrino y las súigéneris conclusiones y recomendaciones dadas a conocer, muy probablemente imaginen que podría tratarse de un nuevo “rollo macabeo”. Presumiblemente están en lo cierto.   

Pero, eso sí, un “rollo” actualizado a versión digital e histriónica, que -montando tarima- apostó por la distracción inmisericorde de la ciudadanía, mientras trabajaban en lo que de verdad interesa a sus “líderes”. Impulsar el juicio político, posibilitar la insidia y promover el calentamiento irracional de las calles, para facilitar un golpe de muerte al proceso democrático, y sumarlo a la exposición larga y fastidiosa de un informe asentado en todo, menos en la verdad.  

“Muerte es muerte”, vociferaban varias coristas y corifeos que guardaban sitio en las aposentadurías del cónclave de la palabra. Y se relamían gesticulando … “el juicio va, porque va”.   

¡Pero claro que sí!      

La analogía, el símil o la metáfora, de cara a los episodios últimos, bien servirían para sostener que la “eutanasia fundamentada” de unos, no se compadecía con el “asesinato premeditado”, por otros.   

Solíamos escuchar en aulas escolares cuando, en un examen de múltiples opciones (por estudio insuficiente o desconocimiento), se marcaba más de una opción de respuesta y el profesor, con tinta roja marginaba ¿SI NO ES TAITA – ES MAMA?.. cómo para hacer notar la escasez educativa puesta de manifiesto.  

A que viene la cita.   

Pues tan solo a reflexionar sin mucho apasionamiento.   

Tomar posición, antes de conocer el texto y alcance de la demanda constitucional, es correr un albur.   

En el supuesto analógico citado conviven, la noción de un debate ético, legal y hasta religioso ejercitado durante mucho tiempo; y, democráticamente hablando, de así ocurrir, una potencial expresión para lacrarlo -con razón- como un acto ilegal y moralmente reprobable.  

Lo expuesto no significa, pretender disminuir la capacidad de fiscalización que compete a la legislatura en temas de control político a otras funciones del estado. ¡Para nada!   

Intenta solamente una llamada de atención, desde el ojo ciudadano, para advertir con simple lógica lo que está ocurriendo; y, arribar a deducciones y advertencias, que ayuden a digerir el malestar generado por el “bochornoso placer” de asistir a un debate <amañado y simplón> fortalecido en una montaña indiscriminada de votos, que suena más a muerte decretada, venga de donde venga, y adornada con marchas, antorchas, piedras y gritos.   

Una mirada dirá que es el principio del fin y, otra, que es el final de un principio.   

Como quiera que ocurra, no terminamos de aprender:   

Minorías, convertidas en dictaminador de políticas públicas, ovacionadas desde la vereda de enfrente.   

Mayorías, recostadas en la comodidad de la impaciencia, lanzando alaridos por escrito y dándose golpes de pecho, tras la ventana, acompañados de cacerola desvencijada y cucharón retorcido.  

Las dos, apoderadas de un “rollo macabeo” que genera ilusiones dispares.   

En tanto, los espectadores de la especulación, borroneando y tintineando opiniones de doble vía, se aprestan para el mejor postor.  

La patética realidad del principio del fin, o, el final del principio.  

Solo resta aguardar.   

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