Re-sentimiento

Columnistas, Opinión

Todos tenemos unos rasgos de personalidad, innatos o aprendidos, que nos hacen únicos. En nuestro círculo social nos relacionamos, a veces, con gente que destaca por ser tímida, atrevida, envidiosa, avariciosa, simpática, soberbia, rencorosa o resentida. La mayoría muestra un comportamiento u otro dependiendo de la situación, a veces, del nivel de conocimiento, otras veces, los que tienen falta de criterio, son influidos por ideologías o por un líder engañoso que, aprovechando esa necesidad de seguir a alguien, que es lo que les caracteriza a este grupo humano, son víctimas de una especie de hipnosis o “lavado de cerebro” aproximándoles a la estupidez, y que eso, ya es un rasgo muy peligroso ya  que implica la incapacidad de cuestionar ideas absurdas, la estrechez de observación con el solo contagio emocional irracional, perdiendo la capacidad del pensamiento individual, que les puede llevar a la destrucción de la sociedad, son personas más peligrosas que un ignorante o un malvado porque su comportamiento es imprevisible y difícil de anticipar,  pueden causar daño o pérdidas a otras personas sin obtener ningún provecho, incluso saliendo perjudicadas ellas mismas. Con ciego fanatismo, admiración y obediencia siguen al líder manipulador, con contagio emocional para la perpetración de actos crueles imposible de persuadirles con argumentos, y que su predominancia es independiente de la educación o el estatus social. 

Tomando en cuenta el bajísimo porcentaje de gente que lee algo, estos manipuladores emocionales “siembran” falsos ideales quiméricos de comprobado fracaso con menor libertad y miseria compartida. Han logrado movilizar la peor y la más baja emoción que tiene el ser humano y que es la envidia. El envidioso es aquel que desea una cualidad o un objeto de otra persona pero que no se esfuerza por tratar de alcanzarlo, sino que lo que busca generarle un daño a la persona que lo posee. Su narrativa parte de la desigualdad como injusticia moral, sin importar el mérito, esfuerzo o decisión individual. No buscan elevar al pobre al nivel del que tiene, sino bajar al que tiene al nivel del pobre. Esa no es justicia, es resentimiento disfrazado de virtud porque envidiar es más fácil que superarse.

Es una especie de culto laico del resentimiento social, entendiendo, en este caso, que el resentimiento es el resultado de un fracaso mal gestionado. El fracaso se convierte en resentimiento cuando una persona, por pereza, por comodidad, o porque ve el sacrificio, la disciplina y la perseverancia como amenazas, no supera y elige lo fácil y lo mediocre. Es cuando el resentimiento desencadena odio porque se regenera a sí mismo. Es un sentimiento que se realimenta, por eso se llama re-sentimiento, porque no son capaces de superarlo. Como no son competentes como para progresar, estos perversos líderes, dando espacio de redención a los resentidos, les convencen y les dicen que así en la pobreza y en la mediocridad están perfectos, que no tienes que mejorar, y si fracasaron no tiene nada que ver con ustedes, es culpa del empresario, es culpa del sistema, entonces les dicen entrelíneas: “vota por mí y junto les destruiremos, no tendremos problema de que vivas lactando del estado mientras yo me hago multimillonario saqueando el presupuesto estatal.” Nunca quieren el sacrificio, la perseverancia, el esfuerzo, lo difícil, quieren el facilismo de vivir del que produce. (O)

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