Ranking educativo / Washigton Montaño Correa

Columnistas, Opinión


Remezón educativo causa la información que trae la revista Vistazo, bajo el título “Los 200 mejores colegios del país” porque a más de la meritoria escala, llama la atención la ubicación geográfica, sostenimiento económico institucional; y que, dentro del ranking, no asome un colegio fiscal en los primeros lugares, ni unidades del milenio o de bachillerato internacional, es preocupante.

La Unidad Educativa particular “El Libertador”, del cantón Mocache, según la representante de los fundadores, dice que “El nombre de colegio Libertador nació porque los profesores de entonces sentimos que al fundarlo conseguíamos la libertad que nos limitaba nuestro antiguo empleador”. Y la paradoja es que este colegio funciona en jornada vespertina, porque a la mañana los docentes trabajan en instituciones fiscales.

Si son docentes fiscales los que potenciaron una institución particular, ¿qué sucede adentro del colegio fiscal en donde ellos trabajan? ¿Qué lectura les deja estos indicadores a las autoridades y docentes fiscales? Ahora vamos entendiendo que tener una ampulosa infraestructura, laboratorios, computadores, tecnología de punta no hacen que una institución sea mejor en calidad y calidez; así se creyó que, construyendo tremendas edificaciones, vendría el cambio y luego la transformación; buena intención, pero equivocada, porque es el aporte humano del conocimiento impartido por los profesionales de la educación; los que cambian son las personas, con procesos de capacitación presenciales, no virtual o en línea, sino enfrentando el debate, la crítica que abre los ojos, que libera la capacidad de entender y comprender que las comunidades de aprendizaje fortalecen el conocimiento que nace del aporte y la participación de la “unidad educativa”.

Curioso resulta que la inversión millonaria no haya rendido los frutos esperados y que el tiempo empleado en implementar la revolución en la educación se haya desperdiciado impunemente. ¿Quiénes saldrán a defender la debacle del sistema educativo público? Si desmantelaron las escuelas para abarrotar de estudiantes en instituciones dizque grandes, quitándoles su trayectoria pública, su historia, su cultura y valores internos. Pena da ver a niños y niñas que deambulan por pasillos, juegan en los baños, bajo las gradas; se esconden o se aíslan, auto protegiéndose de las burlas o abusos de los grandes, en claro atentado a la seguridad mayor a la que tienen derecho en estas instituciones.

Dentro de los diez mejores colegios, no asoman las grandes ciudades. ¿Es acaso esta desinstitucionalización de las escuelas y colegios la causa de esta debacle educativa? ¿Es esta excesiva burocratización de los profesores los que provoca el desinterés o desidia a la docencia con objetivos de aprendizaje? Allí están las consecuencias de un sistema educativo sin valores, sin amparo a los docentes, en desmedro a la autoridad del aula de clase y a crear el caos con derechos malinterpretados, ausencia total de deberes y a la desaparición espiritual y física de la categoría de padres.

Es digno de recalcar que las instituciones que ocupan los primeros sitiales sean con financiamiento privado y que este esfuerzo económico haya generado un producto intelectual, verdadero motor de la matriz productiva del Estado. Dura lección que se ha tomado a la educación estatal, que debe fortalecer al magisterio con capacitación en convenios con las universidades del país. No gasten en construcciones que no han servido, inviertan en la formación académica, curricular y de gestión administrativa de los docentes y de los otros profesionales que ya están ejerciendo la docencia y no tiene el título que garantice su actividad frente a los estudiantes.    (O)

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