Potenciar las tecnologías / Mario Fernando Barona

Columnistas, Opinión



Seguramente nunca se sabrán los motivos reales que llevaron a Evelyn Iza Criollo a tomar la fatal decisión de quitarse la vida. Se especula que habría sido por sus dos fracasos al rendir la prueba Ser Bachiller y no haber podido estudiar la carrera que tanto deseaba.

Fue a finales del mes pasado cuando circuló la noticia del suicidio de la joven pillareña que habría postulado para estudiar Sicología en la Universidad Técnica de Ambato, carrera que ofrecía sólo 40 cupos y para la que hubo más de seiscientos postulantes. En dos intentos, tanto en junio como en enero, Evelyn alcanzó alrededor de 700 puntos que no fueron suficientes porque necesitaba una nota superior a los 900 en el examen Ser Bachiller.

De acuerdo a una investigación de la revista Vistazo, no fue solo Evelyn, sino que ninguno de sus 88 compañeros de la parroquia San Miguelito de Píllaro que rindieron la prueba Ser Bachiller pudo estudiar esa carrera ni otra con mayor exigencia. Ninguno superó los 900 puntos, sólo tres sobrepasaron los 800 y menos de treinta obtuvieron entre 700 y 799 puntos.

De entrada, creo que todos estaremos de acuerdo en que es fundamental que exista un examen de ingreso a las universidades, y que solo pensar en eliminarlo representaría un retroceso abismal en el proceso de mejorar la calidad académica y profesional de los graduados. Sin embargo, hay quienes, con el infaltable populismo, apuntan a su eliminación, nunca más oportuno que en la actual época pre electoral.

Todos los sistemas educativos del mundo tienen métodos de evaluación para obtener un cupo en las universidades. El Ecuador no debiera ser la excepción. No obstante, así como el derecho a acceder a una universidad pública es universal, también hay requisitos, uno de ellos es demostrar la capacidad de tener la formación académica para continuar con la carrera escogida.

Varios países desarrollados ya superaron esta barrera del ingreso a las universidades hace rato. Allí el estudiante, si sabe que está en capacidad de rendir el examen y obtener un cupo, se prepara, de lo contrario es consciente también que el estado le ofrece otras alternativas tecnológicas muy atractivas.

Por lo tanto, no es receta, es sentido común: hay que fortalecer las tecnologías en el Ecuador desde la educación media, y robustecerlas y potenciarlas en la educación superior, con el fin de arreglar el desastre que en materia de tecnologías educativas experimentaron caprichosamente durante el gobierno anterior. (O)

mariofernandobarona@gmail.com

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