¿Porque murió Jesús?

Columnistas, Opinión

Desde la perspectiva humana, la respuesta es sencilla. Los líderes judíos conspiraron contra Él, Judas lo traicionó, Herodes y Pilato lo juzgaron y los soldados romanos lo ejecutaron.

La Biblia es clara al afirmar que el Hijo de Dios dio su vida para que nosotros pudiéramos recibir la vida eterna; y es que a través de su muerte y resurrección Jesús nos induce a reestablecer nuestras relaciones: la relación con Dios, la relación nuestros semejantes, la relación con la naturaleza y la relación con nosotros mismos. 

Sin embargo, la muerte y resurrección de Jesús van mucho más allá de la salvación de nuestros pecados y la esperanza de la vida eterna. Quienes que han puesto su fe en Jesús deben vivir de acuerdo con el ejemplo de comportamiento practicado por este extraordinario ser; en otras palabras, el cristianismo es mucho más que obtener un ticket al cielo; es encontrar la plenitud de la vida a través de nuestro comportamiento con Jesús y con los demás.

No obstante, de lo anotado, la tendencia natural de todo ser humano es ser egoísta, pero el mensaje de Jesús va en contra de esa tendencia, y habla del amor como un mensaje central para que lo vivamos; sin embargo, muchos no terminamos de entender en qué consiste este amor, y únicamente nos limitamos a vivir dentro de nuestro mundo egoísta y egocéntrico.

Estimados lectores, la célebre frase de Jesús “Ama a tu prójimo como a ti mismo». No implica ‘querer mucho’ a todos, como si el vecino de la tienda significara lo mismo que su pareja, o como si el transeúnte que pasa por la calle significara lo mismo que su hijo. Lo que realmente implica es comportarnos bien con ellos, con respeto, humildad y tolerancia; más allá de cómo ellos se comporten con nosotros.  

El Amor del Comportamiento, nos induce a respetar a los demás, es decir tratar a todos como si fueran gente importante, y de hecho todos los seres humanos somos importantes, cada uno desde su posición; y por esta razón es que hay que prestarles atención, apreciarlos y animarlos a vivir en un mundo de respeto, tolerancia y cordialidad. 

Este amor de Jesús nos invita a ser tolerantes, vale decir mostrar el dominio de uno mismo, respetando el tiempo y los derechos del otro sean sus hijos, el vecino, o el transeúnte que pasa por la calle. 

El Amor de Jesús nos invita a ser humildes, es decir ser auténticos, sin pretensiones ni arrogancias; reconociendo nuestras propias limitaciones, implica esforzarnos por tratar bien a los demás, ser tolerantes con los jóvenes, complacientes con nuestros padres, tiernos con nuestros abuelos y comprensivos con nuestros semejantes. Entonces entendemos que Jesús murió para que nos acerquemos a Dios y dejemos de estar distantes de ÉL.  (O)

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