Política bizarra / Mario Fernando Barona

Columnistas, Opinión

Si en todos lados se cuecen habas, seguramente no seremos el único país del mundo con un montón de anécdotas políticas extraordinariamente bizarras, vergonzosas y desconcertantes; y sí, ciertamente es así, pero con la intensidad y frecuencia con que se las cuecen acá, seremos de los pocos. Veamos.

Al día de hoy, varios países de la región ya han importado millones de dosis de vacunas para combatir el Covid-19 y sus vacunados van en esa misma proporción, mientras que acá apenas bordean las veinticinco mil importadas. Esto daría ya para lo más bizarro, pero sujétese, acá viene lo realmente rancio. Del primer cargamento de algo más de ocho mil, unas cuantas fueron a familiares del ministro de salud Francisco Zevallos quien justificó el descarado tráfico de influencias señalando que él no entiende de política. Para la segunda y hasta ahora última remesa de vacunas de solo dieciséis mil dosis, el mismo funcionario invita con oficio a los rectores de algunas universidades y a otros políticos a enlistarse para recibirla, en vez de entregárselas completas al personal de salud y grupos prioritarios como dicta la lógica y un elemental sentido de humanidad. Y para colmo, a pesar de la grosera ineptitud gubernamental, se prohíbe tajantemente que los gobiernos seccionales y entes privados las importen. ¿Puede haber algo más bizarro que todo esto?

Pues, al parecer sí, fíjese que por acá hay autoridades electas y altos funcionarios acusados de algún delito contra la fe pública que usan grillete electrónico y se jactan de él, ostentándolo como si fuese una presea, dicen; más aún, no ha sido raro verlos en calidad de candidatos a alguna dignidad de elección popular e incluso ganándolas, como es el caso de la exasambleísta del correísmo Sofía Espín, humillada con su destitución en el 2018 por pretender cambiar las versiones de los implicados que inculpaban a Rafael Correa, y ahora elegida nuevamente para el mismo cargo y por el mismo partido. Conclusión: en el Ecuador ser político y delincuente parece ser el negocio del siglo, al menos eso dan cuenta los votos en las últimas elecciones. Con esto, seguro ya no hay nada más bizarro.

Absolutamente. Yaku, sabiéndose perdido como finalista en segunda vuelta, arremetió contra Lasso al puro estilo anarco-correista: con el más hondo resentimiento a flor de piel. Le dijo, entre otras cosas “delincuencia organizada” y que ni sueñen que recibirán el apoyo de ellos. O sea, en buen romance, lo que Yaku quiso decir fue que “si no paso yo, que se jodan todos”. ¿Así o más bizarro? (O)

mariofernandobarona@gmail.com

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