Angelitos de blanco / Dr. Guillermo Bastidas

Columnistas, Opinión

Los hombres deberían saber que del cerebro y solo del cerebro, surgen nuestros placeres, alegrías, risas y bromas, así como nuestras tristezas, dolores, tristezas y lágrimas… Es lo mismo que nos vuelve locos o delirantes, nos inspira temor y miedo, ya sea de noche o de día, nos trae insomnio, errores inoportunos, ansiedades sin sentido, distracciones y actos que son contrarios a la costumbre…

Por los caminos de los hospitales van y vienen esos angelitos de blanco. A veces sin desayunar, a veces sin almorzar, y a veces sin merendar, van caminando los angelitos de blanco, así van los trabajadores de la salud.

Si trajes de bioprotección, sin mascarillas oficiales, sin las protecciones oficiales, sin la protección para la vida propia. Pero firmes, pero ahí están los angelitos de blanco, esos lindos seres humanos al servicio de la humanidad, aunque su propia vida se ponga en riesgo.

Ángel, Carlos, Andrés, Galo, Guillermo, todos los angelitos de blanco al servicio de la humanidad, al servicio de los más necesitados.

Eugenio Espejo (quiteño, periodista, escritor, científico, prócer, político, 1747-1795 ): decía “Si no existe libertad de imprenta, lícito es pintar en las paredes el grito de rebeldía de los pueblos… Ellos tienen la reputación de bello espíritu sin tener el mérito ni el carácter”. 

La aparición de Primicias de la Cultura de Quito, impreso por primera vez el jueves 5 de enero de 1792 y que contó con entregas quincenales hasta marzo de ese mismo año, supuso una nueva vía de escape para el pensamiento de Eugenio Espejo. Fue a través de este corto período de tres meses en los que puso a discusión varios elementos de la intelectualidad quiteña. 

Para recordar el pensamiento del ilustre quiteño, – “La razón es una antorcha que alumbra todo ser espiritual, que da coloridos e ilumina a las operaciones del alma”

 “Hay en el corazón humano ciertas semillas de probidad que el bien público las desarrolla, el amor a la patria las fertiliza, y las hace fructificar la ocasión de coyuntura de mirar por su adelantamiento y felicidad”.

“Por acaso se oye proferir a algunos como un oráculo misterioso la siguiente proposición: El bien común prefiere al particular. Pero en la práctica nada se ve tan comúnmente sino que el interés del público es sacrificado al interés del individuo”.

– “Hablemos con el idióma de la escritura santa: vivimos en la más grosera ignorancia y la miseria más deplorable”. – “Es, pues, principio de política, que el mejor método de establecer ventajosamente una sociedad, es acomodarse al humor general de los hombres, y sacar de él el mejor partido”.

“La ciudad no consiste en las casas, los pórticos, ni las plazas públicas: los hombres son los que la forman”. – “A la verdad, ignoramos que todos más, o menos según nuestras condiciones nos vemos necesitados a cultivar los conocimientos políticos; cuando menos los más comunes principios del Derecho Público. Si los supiésemos, veríamos ya que todo ciudadano, estando obligado a solicitar, como ya hemos dicho, la felicidad del Estado, penetra, que aquella consiste en que éste se vea (si puedo explicarme así) cargado de una numerosísima población; porque el esplendor, fuerza, y poder de los pueblos, y por consiguiente de todo un reino, están pendientes de la innumerable muchedumbre de individuos racionales que le sirvan con utilidad: y que por una consecuencia inevitable el promover los recursos de la propagación del género humano, con los auxilios de su permanencia ilesa, es, y debe ser el objeto de todo Patriota”.

Viva el día del médico ecuatoriano, viva los angelitos de blanco. (O)

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