Peros sociales / Jaime Guevara Sánchez

Columnistas, Opinión

Guambritas y guambritos de hace años, uno que otro cuarentón, asistimos a la presentación de un espectacular trío de música argentina. El público entornando los ojos, intentando tararear aquellas composiciones que hicieron época en los años primaverales de la vida, cuya armonía, ritmo y mensaje superan el añejamiento.

El tango, pese a su extraordinaria popularidad mundial, no aparece en todo el territorio argentino. El tango nació en el arrabal cosmopolita, en la médula de los suburbios correntosos de la ciudad. Nace como grito de protesta original de los pobres, de los abandonados a su suerte, de los desposeídos sin remedio.

Compositores destacados, como Juan de Dios Filiberto, saborearon la cruel injusticia social, la pobreza extrema y la expresaron en sus tangos. Por supuesto, el tango fue despreciado por la clase alta del gran Buenos Aires. Clase “alta” constituida por corruptos apoderados de la riqueza del país, secundados por la otra clase alta, alta en pujos.

No es lo mismo él que labora 

Noche y día como un buey

 Que él que vive de los otros

 Que él que mata 

Que él que roba

Que él que jura

 O está fuera de la ley.

Sim embargo, los “guambras” fuimos a disfrutar de los tangos, de los valses, de las milongas. Y eso hicimos. Soslayamos los peros sociales y nos arrobamos con interpretaciones magistrales. “En mi tiempo ya les hubiera contratado para un sereno”, afirmó un caballero de media centuria para arriba. El Trío nos llenó de melodía, ritmos simpatía, pero, principalmente, de realidades lacerantes. 

En resumen, una noche de mensajes para meditar hoy, mañana… siempre! (O)

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