Patriotismos / Jaime Guevara Sánchez

Columnistas, Opinión

 

 

Ecuador luce como país que presta muchas facilidades para crear partidos y movimientos políticos y nominar candidatos; facilidad que podría dar la apariencia de más democracia. Pero el exceso de los dos factores, obliga a cada candidato a intentar distinguirse de los otros ofreciendo “obras” diferentes, irrealizables. Estos escenarios obligan al ciudadano a rascarse el cerebro para votar responsable.

En la otra vereda, la profusión de colores y aspirantes está generando deducciones ligeras. Los moradores de algunas provincias ya “saben” quien va a ganar la prefectura; quienes serán los nuevos alcaldes de ciertos cantones. Varios “reelegibles,” que demostraron trabajo y honorabilidad en sus funciones, superarán a los novatos. Aunque es justo reconocer que entre los “novicios” constan mujeres y hombres capaces.

Bajo estos criterios ¿por qué quienes van a perder siguen pregonando sus candidaturas? Porque tienen derecho a participar, garantizados por la Constitución y las leyes correspondientes. Derecho que nadie lo discute.

Lamentablemente hay unos “peros” monumentales que ojalá los enmienden algún día. Ecuador es el único país del mundo donde el Estado “paga” para que los partidos políticos existan; y “paga” la participación de los candidatos en la campaña electoral. Sistema burlesco de gangas monetarias en medio de un pueblo pobre. Si el candidato accede al puesto público gana mucho; si pierde la elección, también gana. Se hace conocer “físicamente”, se posiciona en el ambiente popular para candidaturas futuras.

Los candidatos presentan al Consejo Nacional Electoral el plan de trabajo, las “obras” que realizarán en el puesto público. El CNE debería establecer un plazo razonable para el cumplimiento de esas promesas. Y, en caso de incumplimiento, cancelar la elección del embustero, reemplazándolo con el candidato que obtuvo el segundo lugar.

Termino con un aparte importante que parecería no tener relación con el tema central; sin embargo lo tiene, y mucho. Con cierta frecuencia la televisión presenta casos de padres de familia desesperados que ruegan al público colaborador con dinero para salvar la vida de un hijo que necesita, urgentemente, cirugía especializada.

Cómo es posible que la salud de infantes pobres esté sujeta a la caridad pública. Y, cómo es posible que, a los partidos, a los movimientos políticos y a los candidatos, el Estado les “regale” millones de dólares para que se “hagan” del poder, se “hagan” de la riqueza del país y la administren a su voluntad…

Y qué decir varios presidentes de la Republica que después de pocos meses en el poder se autodestruyen para recibir el sueldo presidencial de por vida, respaldados por increíbles disposiciones constitucionales… Increíble pero cierto! (O)

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