Patria ingrata, ni siquiera tienes mis huesos / Luis Fernando Torres

Columnistas, Opinión

Es el epitafio del más grande general romano del segundo siglo anterior a la era cristiana, que murió en el exilio después de haber prestado los servicios más útiles a su querida Roma, desde las legiones y el senado. Aniquiló en el campo de batalla a los enemigos de Roma, entre ellos, al cartaginés Aníbal. Así, expandió las fronteras territoriales y comerciales de la península. En el senado, como cónsul y princeps senatus, contuvo a la facción de Catón. En su tiempo fue considerado el político y militar más importante del mundo construido alrededor del Mediterráneo y Asia. Por ser tan poderoso y reconocido, sus enemigos políticos se deshicieron de él expulsándole de Roma a un exilio perpetuo en Literno, al sur, donde murió, acompañado sólo de los suyos. Su epitafio resume su tragedia: “Patria Ingrata, ni siquiera tienes mis huesos”. Se trataba de Publio Cornelio Escipión. 

La reina de Inglaterra ha muerto, después de haber reinado alrededor de 70 años. Es muy difícil imaginar un epitafio para Isabel II. Lo único cierto es que en las monedas, en los billetes de libras esterlinas y en la mayoría de sus imágenes oficiales existe una frase emblemática, God Save de Queen, esto es, Dios salve a la Reina, que expresa la dimensión de la monarca. 

Muchos epitafios fueron concebidos por quienes estaban en trance de muerte. Churchill imaginó el suyo así: “Estoy listo para encontrarme con mi Creador; si él está listo, es otra cosa”. Groucho Marx, el recordado humorista, lo pensó del siguiente modo: “Discúlpenme si no me levanto”. Cantinflas, a su manera, dictó lo siguiente: “Parece que se ha ido, pero no es cierto”. Edgar Alan Poe, autor de el Cuervo, ordenó que su epitafio dijera: “Dijo el Cuervo, nada más”. Unamuno expresó una aspiración religiosa: “Méteme, padre eterno, en tu pecho”. Mi padre, Luis Torres Carrasco, en su agonía dictó un epitafio que resume la vida con la frase: “La vida es un instante”.

En griego, de donde proviene la palabra epitafio, significa oración fúnebre. Esta oración, en nuestro medio, no se reduce a una frase sino que va más allá hasta configurar una serie de pensamientos para recordar y rendir homenaje al fallecido.

El epitafio es una frase en la lápida para que, con un lenguaje austero, se recuerde una vida o se resalte una dimensión trascendente del fallecido. Esperemos que a la célebre reina Isabel II le acompañe un epitafio que le acompañe en su descanso eterno. 

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